Por fin, el festival de Cannes empieza a aplicar una política de tolerancia cero a las acusaciones de agresiones sexuales. Durante años, el certamen ha sido timorato a la hora de plantar cara a depredadores sexuales o a acusados de agresiones machistas. Se escudaba en la falta de condena o en que los procesos judiciales estaban cerrados, una excusa que se usó para justificar la presencia de Johnny Depp en la alfombra roja de la inauguración de 2023, cuando el actor protagonizó el drama histórico Jeanne du Barry, dirigido por Maïween. Sin embargo, en esta edición se ha prohibido el acceso a una gala a un actor acusado de tres violaciones y se ha expulsado al vicepresidente de uno de los tres certámenes que se celebran en paralelo al de Cannes. El peso del informe parlamentario sobre agresiones sexuales en el mundo de la cultura francesa presentado en abril y, sobre todo, la condena a Gérard Depardieu, hecha pública justo el día de la inauguración, han cambiado las dinámicas de la organización. Se acabó el mirar a otro lado.

El martes, la bomba mediática que estalló en París llegó hasta la Costa azul. Gérard Depardieu, la estrella más importante de Francia, el rostro que cualquier espectador pondría al cine de este país, fue declarado culpable de agresión sexual “con fuerza y sorpresa” en el rodaje de Las persianas verdes, y condenado a 18 meses de prisión suspendidos —no deberá cumplirlos—. Las denunciantes eran escenógrafa y una asistente de dirección. Depardieu no asistió a la lectura de la sentencia porque está en las islas Azores rodando una película con su pareja actual, otra leyenda del cine francés, Fanny Ardant, una de las pocas que aún le apoyan, como demostró en el juicio.

Gérard Depardieu, durante su juicio el pasado 25 de marzo en París.

Solo un par de horas más tarde, en Cannes, arrancaba la rueda de prensa de presentación del jurado de la Competición. Y su presidenta, Juliette Binoche, contra la que hace años cargó Depardieu porque la consideraba mala actriz (después hicieron las paces), apuntó que sí veía la relación entre la sentencia emitida en París y el impulso del MeToo en Francia. “Ha tardado tiempo en llegar”, comentaba. Si a la primera pregunta no entró a mucho más, a la segunda cuestión, centrada en Depardieu y su manto protector de “monstruo sagrado de la interpretación”, sí fue más explícita: “Ya había sido desacralizado previamente [tras las acusaciones emitidas]. Espero que reflexionemos, porque las figuras sagradas las creamos nosotros mismos. Una estrella de cine es un hombre, un rey es un hombre”. Es decir, que Depardieu tenía y tiene poco de sagrado.

Juliette Binoche, este sábado en Cannes.

Tres días más tarde, el 15 de mayo, el festival de Cannes advirtió al actor Théo Navarro-Mussy que se le prohibía el acceso a la alfombra roja, por si tenía intención de presentarse, de Dossier 137, de Dominik Moll, en la que da vida, en un muy pequeño papel, a un policía. Era la primera vez que el certamen tomaba esa decisión por acusaciones de violencia sexual. Lo significativo del cambio de tendencia es que Navarro-Mussy había sido denunciado por “violación, violencia física y psicológica” por tres exparejas, y un tribunal desestimó en abril la denuncia. Las tres víctimas han anunciado que presentarán otra demanda, esta vez por vía civil, y ese hecho es el que llevó al delegado general del certamen, Thierry Frémaux, de acuerdo con los productores de la película, según The Hollywood Reporter, a prohibir el acceso a Navarro-Mussy a la ceremonia de gala. En una entrevista en Télérama, Frémaux justificó su decisión “porque el caso sigue en curso”. La prohibición desaparecerá si el caso vuelve a ser desestimado o si es declarado inocente. Curiosamente fue el certamen el que se puso en contacto con la productora del filme, Haut et Court, para advertirles “sobre un actor que aparece en Dossier 137 en relación con un caso que se remonta a 2023, mucho antes de que se rodara nuestra película», apuntan en un comunicado.

El actor francés Théo Navarro-Mussy.

Curiosamente, esa misma mañana del jueves, durante un encuentro organizado por el Centro Nacional de Cinematografía (CNC) para abordar el tema de la violencia machista y sexual, una mujer acusó públicamente a uno de los ponentes, Reza Serkanian, vicepresidente de ACID, uno de los festivales que se celebran de manera paralela al de Cannes. Según contó a la agencia AFP, el diputado Erwan Balanant, que ha participado en el informe de la asamblea francesa sobre violencia sexual y que era otro de los ponentes, “la joven actuó con gran valentía y fue atendida de inmediato por las asociaciones presentes“. Los dos copresidentes de ACID, que estaban entre el público, aseguraron poco después en un comunicado: ”Escuchamos un testimonio que implica a uno de nuestros miembros, actualmente vicepresidente de ACID, por hechos graves que pueden ser similares a la violencia sexual“, hechos que desconocían y por los que le han apartado de la dirección de la asociación, creada para la difusión de cine independiente.

Judith Godrèche, en el centro, y a la derecha su hija, la bailarina Tess Barthelemy, en el estreno en 2024 en Cannes de su mediometraje 'Moi Aussi'.

En el informe en el que participó Balanant no aparece Cannes, pero su desarrollo está relacionado con el festival. En Francia, como en otros países de Europa, ha costado que se escucharan y se atendieran las denuncias de violencia machista y sexual en la cultura. El pasado mes de diciembre el director Christophe Ruggia era condenado por haber violado a la actriz Adèle Haenel. Ese mismo mes, la intérprete Judith Godrèche relataba a los senadores franceses las agresiones que, denuncia, sufrió por parte de los directores Benoît Jacquot y Jacques Doillon, nombres poderosos y reputados, cuando tenía 16 años. En la pasada edición de Cannes, Godrèche estrenó, como directora, el mediometraje Moi Aussi, que recoge el testimonio de mujeres de Francia que denuncian abusos sufridos tanto en el ámbito laboral como en el familiar (entre el 7 de febrero de 2014, cuando la actriz denunció que fue violada y agredida de adolescente, y el 23 de marzo, fecha en que rodó el corto, recibió 5.000 emails; cerca de un millar de esas víctimas participaron en la grabación).

Asia Argento, durante la clausura del festival de Cannes de 2018.

El pasado 9 de abril, la diputada Sandrine Russeau, presidenta de la comisión parlamentaria, presentó el informe, un estudio demoledor: “La constatación es clara: la violencia sexual en el cine, el teatro, la danza o la música es endémica y sistémica. Son violencias morales, sexistas, sexuales, económicas y a veces físicas”, aseguraba. No se hablaba de los festivales, pero en Cannes el otrora rey del cine indie, el estadounidense Harvey Weinstein, depredó sin miramientos. Entre otras, en un hotel en la Croisette violó a Asia Argento —cuando la actriz tenía 21 años en 1991—, como ella misma denunció en el escenario en la ceremonia de clausura de Cannes de 2018: “Este festival era su coto de caza”.

Harvey Weinstein, en la alfombra roja de Cannes de 2013.

La concatenación de acontecimientos y las medidas tomadas de manera activa por la dirección del festival subrayan que, por fin, se acabó la impunidad. En la programación diferentes películas ahondan en esta lacra machista: en Cannes Première se estrenó el viernes la chilena La ola, de Sebastián Lelio, sobre las manifestaciones feministas en 2018 en las que las mujeres protestaban por la violencia sexual sufrida y, como subraya la película, llamaba a la autodefensa por la sororidad. Con todo, a toda norma le aparece su excepción: el mexicano Carlos Reygadas, miembro del jurado y cineasta muy apreciado en este festival, ha sido acusado por actrices y directoras desde hace años de tocamientos en pruebas de cámara y en rodajes.



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