Un diagnóstico médico a tiempo puede marcar un antes y un después en la vida de una persona. Las enfermedades crónicas no transmisibles como el cáncer, así como las enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas, plantean desafíos crecientes tanto para los sistemas de salud de América Latina como para los pacientes, a menudo de forma silenciosa y sin ser detectadas hasta que los síntomas están ya muy avanzados. Una transformación igual de sutil podría ser la clave de nuevas oportunidades laborales que permitan ofrecer cuidados de salud de calidad en la región.
“Yo trabajo en una fonda y si falto para ir al médico no me pagan el día de trabajo”, ejemplifica Ileana Chacón, al mencionar las dificultades de asistir a una cita con un especialista. Desde hace tres años Ileana, quien sufre de hipertensión y diabetes, vive controlando diariamente su presión arterial y niveles de azúcar para ajustar su medicación según sus resultados.
El caso de Ileana no es aislado. A medida que los países de la región avanzan en su transición demográfica, la carga que las enfermedades no transmisibles imponen a los sistemas de salud aumenta. Un informe reciente del Banco Mundial en Colombia señala que durante el periodo 2012-2016 la multimorbilidad, es decir la presencia de dos o más enfermedades crónicas al mismo tiempo, presentó una prevalencia de 19,5%, lo que conlleva a un incremento en el uso y el coste de los servicios de salud asociados. Según los especialistas, esto requiere que haya una mayor innovación de los sistemas de salud, especialmente en la formación y ejercicio del talento humano.

Como Ileana, ya más de 60.000 personas con enfermedades crónicas reciben servicios de telemedicina en 12 de las 16 regiones sanitarias de Panamá, a través de un proyecto apoyado por el Banco Mundial. Este es sólo un ejemplo de las soluciones integrales necesarias para que los pacientes reciban atención sanitaria de forma directa y sin trabas burocráticas, al tiempo que pueden generar buenos resultados económicos.
Está comprobado que invertir en una mejor salud y nutrición fortalece el capital humano y ayuda a tener una población más productiva, lo que se traduciría en la generación de millones de empleos. Por cada nuevo empleo en salud, se generan 3,4 empleos en otras áreas relacionadas, según nuevas estimaciones del Banco Mundial en países de ingresos bajos.
“El desafío para la región no es solo aumentar la inversión en salud sino hacerlo de manera estratégica e integral”, afirma Tania Dmytraczenko, gerente de la práctica de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. La experta asegura que el trabajo con los gobiernos nacionales y el sector privado busca conectar la formación de especialistas sanitarios, el despliegue de nuevas tecnologías y la construcción de infraestructura. “Así buscamos crear un ecosistema sanitario que genere no solo bienestar sino también empleo”, explica.

Un espiral interrumpido
Para poner en valor esta cadena productiva y de creación de empleo, América Latina debe incrementar sustancialmente la inversión en salud. El gasto público alcanza apenas los 775 dólares per cápita, menos de una quinta parte del promedio comparado con los países de la OCDE, donde este indicador supera los 4.000 dólares. Incluso cuando se miran otros indicadores, los resultados son preocupantes: el número de enfermeros por cada 1,000 habitantes es tres veces menor en comparación con los países de esta organización.
La buena noticia es que hay buenas prácticas que ya están mejorando la vida de las personas en la región. Es el caso de Guillermo Frías, un vecino del departamento de Villa Burruyacú, un pequeño poblado de menos de 2.000 habitantes del norte de Argentina. “Llegué un domingo al hospital y mis niveles de azúcar estaban en 460, casi tres veces más que lo recomendado”, afirma desde el centro público donde se trata en la actualidad. “Después de los estudios pude llevar todo el tratamiento en el mismo centro, recibir la medicación y aprender a llevar una alimentación más saludable”, resume.
Garantizar que pacientes como Guillermo reciban los servicios médicos que necesitan sin que esto les genere dificultades financieras es una prioridad del Plan Sumar, un proyecto del gobierno argentino. Con apoyo del Banco Mundial desde 2004, esta iniciativa ya alcanza a 17,5 millones de argentinos y garantiza su acceso a una atención integrada y de calidad. Además, el proyecto ha permitido mejorar la atención de los niños en el sistema público, ayudando a bajar la mortalidad infantil y otros riesgos sanitarios. Cada dólar invertido en combatir la malnutrición, señalan datos del Banco Mundial a nivel global, produce un rendimiento de 23 dólares gracias al aumento de la productividad y la mejora de los resultados sanitarios.
Detrás de estos esfuerzos se encuentra el enfoque de cobertura sanitaria universal (CSU), que busca garantizar que todas las personas, especialmente las más vulnerables, tengan acceso a servicios médicos de calidad sin enfrentar dificultades financieras.
Tecnología y alianzas para desencadenar valor
Proveer servicios médicos de calidad y desencadenar la cadena de valor de la salud requiere de una mirada estratégica y una unión de fuerzas que permitan liberar todo el potencial.
El Banco Mundial trabaja con los países de la región para modernizar los servicios de salud y facilitar así su acceso. En Argentina, una iniciativa con el gobierno de la provincia de Buenos Aires busca la digitalización de las fichas médicas en más de 150 hospitales provinciales y locales ubicados en las comunidades más vulnerables.
La información digitalizada permite mejorar la atención médica, a la vez que facilita la aplicación de nuevas tecnologías, lo que también genera nuevos puestos de trabajo de calidad. Esto permite, por ejemplo, que estos mismos centros de salud ya puedan utilizar herramientas de telemedicina para controlar y atender los casos de dengue en la zona.
Esto se suma a la alianza entre la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para fortalecer el financiamiento de la salud.
“La Alianza para la Atención Primaria de Salud representa un compromiso sin precedentes”, confirma Dmytraczenko, quien destaca que esta unión de fuerzas permitirá “impulsar la inversión estratégica, la innovación y la implementación de políticas transformadoras” con el fin de avanzar hacia una cobertura sanitaria universal. “Buscamos que todas las personas, especialmente las más vulnerables, tengan acceso a servicios médicos de calidad sin enfrentar dificultades financieras”, resalta.
La buena salud no es sólo la ausencia de enfermedades. Una atención sanitaria de calidad y accesible permite también desbloquear un gran número de oportunidades económicas, generando nuevos puestos de trabajo de calidad y fortaleciendo las economías locales.
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