La presidenta, Claudia Sheinbaum, se ha enterado del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz durante la conferencia Mañanera. Su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, presente en la rueda de prensa, ha sido el primero en recibir el parte policial y lo ha comunicado por mensaje de celular a Paulina Silva, titular del área de comunicación social del Gobierno federal y muy cercana a Sheinbaum. El secretario, con impaciencia, ha hecho un gesto con la mano indicando a Silva que lo anote en una tarjeta y la pase a la mandataria. Sheinbaum, el rostro serio, ha leído el papel mientras hablaba a los medios la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, acerca de los esfuerzos institucionales para atender las causas sociales de la violencia: la falta de empleo, de educación, de oportunidades: el credo de Morena. García Harfuch mensajeaba, tomaba llamadas. Construía el caso. Un sicario había disparado al corazón del partido de Andrés Manuel López Obrador.

Luego García Harfuch se ha acercado a la presidenta para explicarle más detalles. La noticia: otro atentado de alto perfil, otra vez en la ciudad, otra vez contra miembros del movimiento morenista. El funcionario, que fue el zar de Seguridad con Sheinbaum durante su mandato como jefa de Gobierno de la capital —justamente antes de Clara Brugada—, estuvo él mismo en el centro de un aparatoso ataque cinco años atrás, a manos del poderoso Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Hay dos enormes diferencias con aquel suceso. La obvia, que el secretario, también miembro del círculo cercano de Sheinbaum, logró sobrevivir. La otra: que estaba más claro el móvil y el mensaje, tratándose del responsable de la lucha en la capital contra el crimen organizado.

Por eso ha descolocado tanto en Morena el asesinato de Ximena Guzmán, secretaria particular de la mandataria capitalina, y José Muñoz, su coordinador de asesores. Porque el ataque no se adecua tanto a la lógica criminal que carga contra el policía o el fiscal que estorba sus negocios ilícitos. Morena llora a sus dos militantes insignes con ese luto que se entrega al activista asesinado por motivos políticos, por sus convicciones y sus luchas; con la solemnidad con que se recuerda a los ferrocarrileros, los estudiantes, los campesinos y los maestros reprimidos en el pasado, a los desaparecidos por el Estado en la Guerra Sucia, a los indígenas masacrados por el Ejército en Acteal (Chiapas) y por la Policía en Atenco (Estado de México).

Clara Brugada en conferencia de prensa, en Ciudad de México, el 20 de mayo de 2025.

“Nos duele el alma”, ha dicho Brugada horas después del crimen. “Estamos profundamente consternados y de luto por perder a dos compañeros entrañables”, ha añadido. La jefa de Gobierno capitalino contiene las lágrimas durante la conferencia en la que informa de los sucesos. La voz se le quiebra. Eran dos colaboradores suyos de años, a los que formó políticamente. Tan cercanos que con ellos compartió el anhelo y las luchas por transformar Iztapalapa, la alcaldía marginada, sobrepoblada, racializada, donde se formó Brugada y donde nació su grupo político. Tan cercanos que se convirtieron en sus colaboradores más importantes, en quienes más confiaba. A Ximena la define como “una mujer maravillosa, incansable, muy buena”; a Pepe, como le llama, lo conocía desde niño, “una de las personas más inteligentes y sumamente responsable”. “Me siento muy triste”, comparte. La mandataria confiesa que le duele el alma.

El dolor está flotando en el aire. Dos militantes de Morena han sido asesinados a balazos durante una mañana en la que se dirigían rutinariamente al trabajo. El círculo rojo, la primera línea de la formación oficialista, ha sido vulnerada, agredida. El homicidio desconcierta porque se cometió a la manera en la que ejecuta la delincuencia organizada. Un tipo armado descerraja 12 disparos sobre el auto que conduce Ximena y donde la acompaña José en el asiento del copiloto. El tipo se apresura a marcharse. Un casco de motociclista le cubre el rostro, pero le cubre más la impunidad de una criminalidad cada vez más beligerante, más salvaje, que se siente cada vez más dueña del país, de sus habitantes; que sale ilesa gracias a su coincidencia con la agenda de la corrupción política.

Ximena era una socióloga del deporte de 42 años, “corredora de ida y de regreso”, según su autobiografía en redes. José, un politólogo de 52 años, decía de sí mismo: “Miro y me comprometo. A la izquierda siempre estoy”. Los morenistas se preguntan por qué a ellos dos. Por qué a un par de militantes que no han hecho otra cosa que contribuir al movimiento de López Obrador, cuya bandera es la lucha por los pobres, por la igualdad, contra la opresión y el despojo. Entonces, desde Morena se han puesto a leer entrelíneas. ¿Eran Ximena y José los objetivos del ataque? ¿Ella, que llevaba la agenda particular y las comunicaciones más personales de Brugada? ¿Él, su coordinador de asesores desde hace años? ¿Era la propia mandataria?

Elementos de seguridad en Ciudad de México, el 20 de mayo 2025.

¿O era un mensaje para todo Morena? ¿Es que ahora hacer política en el Gobierno que pregona atender las causas de la violencia puede costar la vida? Así lo sugirió el senador Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado. “Mi más profunda condena a la violencia que están promoviendo en nuestra contra”, ha dicho el legislador, a quien los antiobradoristas increpan constantemente en las calles.

Morena ahora mira sobre sus hombros. “Esta agresión es una respuesta a los avances en materia de seguridad contra el crimen en la Ciudad de México. La 4T [Cuarta Transformación] permanecerá firme”, ha dicho Xóchitl Bravo, coordinadora de los diputados morenistas en el Congreso local. La propia Brugada, tras enunciar sus condolencias, ha pincelado también el trasfondo del combate a la violencia desde los gobiernos de la formación guinda. “Garantizo a los capitalinos que este Gobierno continuará con su lucha implacable contra la inseguridad”, ha prometido.

No se tiene registro de amenazas previas en contra de Ximena y de José, según lo informó la presidenta Sheinbaum en la conferencia Mañanera. Durante el velorio de Ximena y José, la noche del martes, decenas de morenistas han gritado las mismas consignas políticas que por décadas corearon en las movilizaciones en las calles reclamando un buen gobierno. “¡Zapata vive, la luche sigue!“, cantaban. El reclamo, sin embargo, recae ahora en ellos mismos que gobiernan.

Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch durante la conferencia matutina en Palacio Nacional, en Ciudad de México, el 20 de mayo de 2025.



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