Todo es incertidumbre a estas horas en Ciudad de México, tras el brutal atentado del martes contra la secretaria particular de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, y uno de sus asesores. El asesinato a balazos de Ximena Guzmán y José Muñoz en la calzada de Tlalpan abre una etapa angustiante y llena de incógnitas en la capital, alimentada principalmente por las dudas que rodean al caso: quién fue el atacante, por qué mató a dos de los colaboradores más cercanos de Brugada y qué significa el asunto para los habitantes de la ciudad. La conmoción impera, una sensación nueva para el Ejecutivo local, a la espera de respuestas.
El paralelismo con el pasado cercano es evidente. Brugada enfrenta una ruptura, el evento que divide su mandato, un parteaguas. Una situación parecida a la que vivió su predecesora, la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, en su segundo año de Gobierno en la capital, 2020. Entonces, criminales vinculados al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) atentaron contra su jefe de policía, Omar García Harfuch, actual secretario de Seguridad federal. Harfuch sobrevivió y culpó desde la ambulancia al grupo criminal. La conmoción fue entonces igual o mayor, pero el funcionario desactivaba parte de la ansiedad general con sus acusaciones.
Algo distinto ocurre ahora, segundo año de Gobierno de Brugada, con el caso de Guzmán y Muñoz. Al interior de su Gobierno no se explican lo ocurrido. “No tiene ninguna lógica. Solo hacer daño”, explica a EL PAÍS un funcionario local. Hasta este martes en la tarde, las autoridades apenas habían dado detalles de lo ocurrido, más allá de lo que había trascendido en la mañana. De cara al público, la evidencia principal sigue siendo el vídeo de una cámara de seguridad cercana, donde se ve a un hombre con chamarra blanca y casco, disparando contra las víctimas, antes de irse corriendo.
Por lo demás, la policía de la capital confirmaba en la tarde los rumores que habían dominado la mañana, el hallazgo de una motocicleta y una camioneta que habrían tenido algún tipo de participación en el atentado. La moto apareció a pocas cuadras del lugar del ataque, en la colonia Moderna, y el vehículo, una camioneta Nissan color azul, en la alcaldía Iztacalco, algo más al oriente. La confirmación de esos datos implica la participación de más criminales en el ataque, además del tirador. Pero las dudas prevalecen. No queda claro, por ejemplo, qué papel ha tenido cada uno de los vehículos. En el vídeo, ni siquiera aparecen.
A falta de asideros, se impone el abatimiento. “Me siento profundamente triste”, escribía Brugada el martes por la tarde, en su cuenta de X. El doble asesinato de sus colaboradores ilustra un momento complicado para la capital. Según la organización México Evalúa, que monitorea la evolución en los registros de asesinatos, feminicidios y personas desaparecidas en los 32 Estados del país, la capital registró un aumento de la “violencia homicida” del 153.3% en el primer trimestre del año, respecto al mismo periodo del año anterior. Ese aumento es el mayor de todo el país, solo por detrás de Sinaloa, que vive una guerra intestina entre facciones del Cartel del Pacífico, desde septiembre.
Aunque el principal motivo del aumento responde a las subida en el número de denuncias por personas desaparecidas y no localizadas, los casos de asesinatos –o intentos– de alto impacto han repercutido en los meses de Brugada al frente del Gobierno local. En octubre, por ejemplo, un hombre trató de asesinar a balazos a la lideresa de comerciantes Diana Sánchez Barrios. El ataque ocurrió a plena luz del día, en una de las calles con más solera del centro histórico, la avenida Cinco de Mayo. Hay videos de aquel ataque, asunto que provocó la movilización de las autoridades de la capital. Brugada anunció la instalación de más cámaras de seguridad en la zona, y un aumento en el número de efectivos policiales.
En febrero, también, la capital registró varias eventos especialmente violentos, como la masacre perpetrada por criminales en la alcaldía de Tlahuac, en el sur, que dejó cinco muertos y un herido grave, el día 9, y jornadas especialmente violentas, como la del día 28, en que se registraron 12 asesinatos, dos masacres incluidas, de tres y cuatro personas, en diferentes puntos de la ciudad. Las peleas entre pequeños grupos criminales figura detrás de la marejada criminal, panorama que prueba una de las máximas de las autoridades capitalinas: no se requiere una gran estructura o sofisticación para llevar a cabo ataques sangrientos.
El atentado de este martes profundiza la gravedad de la situación en la capital. Las imágenes de Harfuch y Sheinbaum el martes, en conferencia de prensa, mientras recibían la noticia, confirma el cambio de línea. Buena parte de los cuadros que acompañaron al secretario de seguridad en la capital subieron con él a la federación. El asesinato de uno de sus principales colaboradores, el comisario Milton Morales, en julio, cerca de la capital, dibuja el contexto de los meses siguientes. Los resultados a medias, conseguidos por las autoridades desde entonces –la detención de algunos implicados, la incapacidad de entender el origen del ataque– explican la zozobra de las últimas horas.

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