Entran las corredoras en Quintanar de la Sierra, donde les observa el gigantesco mural del busto de la mujer serrana de color azul pálido, que pintó Leticia Mandrágora, y ya saben lo que les espera por delante. Primero la ascensión a Rozavientos, después la descarnada subida a las lagunas de Neila, y para entonces ya está Demi Vollering madurando su plan. Lo lleva haciendo unos cuantos kilómetros, mientras sus compañeras del FDJ le ponen ritmo a la carrera.
Están así, aumentando la velocidad poco a poco, desde que pasaron junto al cementerio de Sad Hill, el que ordenó levantar Sergio Leone para su película El bueno, el feo y el malo, y que han reconstruido los vecinos, en las cercanías del monasterio de Santo Domingo de Silos, donde reina la paz en sus claustros, como aparentemente, en el pelotón, y suena el monódico canto gregoriano mientras se escuchan disonantes, las órdenes en los pinganillos.
Empieza a volar la carrera buscando las alturas burgalesas, se van ordenando las ciclistas en función de sus fuerzas, y siempre el equipo azul de Vollering encabeza el grupo en las carreteras que se estrechan y miran siempre hacia arriba entre las pilas de pinos albares recién talados por los vecinos, que aplican un sistema comunal que pervive desde la Edad Media. Algunas energías se agotan, como la de la líder Femke Gerritse, que se engancha con un manillar y se va al suelo. Trataba de aguantar el ritmo, pero se ve, inevitablemente, fuera de la pelea por conservar el jersey rojo.
En cabeza, impasible, Vollering prueba a sus rivales en primera persona, pero todavía no es el momento. Alcanza la cota de Rozavientos con el grupo y después deja hacer, con tranquilidad, inmune a las escaramuzas de las más aguerridas, en el descenso de nuevo hacia Quintanar de la Sierra y después, en el falso llano buscando los primeros kilómetros de subida hacia las lagunas de Neila. A 11 kilómetros de la meta, ataca Mareille Meijering, la corredora del Movistar, toma distancia, casi un minuto; después es Bredewold la que se va del pelotón de cabeza. Imperturbables, las compañeras de Demi Vollering marcan el ritmo, sin importarles demasiado lo que pase por delante, tienen a su seguro de vida junto a ellas, y a cuatro kilómetros de la meta, ponen en marcha su movimiento táctico. Ataca Juliette Labous y obligan las del FDJ a Anna van der Breggen a destapar sus cartas. Cada vez está peor el asfalto y más soltura se observa, en medio del bosque, a Vollering, que sigue esperando.
Agotada, Meijeriong sucumbe, y del grupo de seis que va en cabeza, es, como siempre, la última ganadora de la Vuelta, la neerlandesa Demi Vollering, quien dice la última palabra. Sin aspavientos, pone un ritmo que nadie puede seguir. Solo Marlen Reusser le aguanta algunos metros, menos de cien, y tiene que volver a una cadencia más cómoda para no exprimirse. Pasmadas, el resto de las corredoras desisten. Solo más tarde, una vez recuperado el resuello, Anna van der Breggen intenta limar la diferencia, pero apenas puede limitar los daños. Acaba tercera la etapa y se queda a 45 segundos de Vollering en la General, en la que Reusser es tercera con un segundo más.
En la meta de Neila, Vollering se recupera sentada en el asfalto, cuando solo 1,20m después, entra en la meta la sorprendente Usoa Ostolaza, del Laboral Kutxa, campeona de España, que ha subido a su ritmo, de menos a más, adelantando corredoras reventadas por el esfuerzo para acabar quinta en la etapa y colocarse octava en la General, a 2,26 de la nueva líder. La ciclista de Zarautz, decimosexta en el Giro y vigesimocuarta en el Tour de 2024 es la mejor española en la General a falta de dos etapas.
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