Camisa azul desabotonada, escapulario del Santo Niño de Atocha al cuello, las manos en alto. “Ya me entregué. Ya paren todo, por favor. Ya tranquilos, ya ni modo… Ya no quiero que haya desmadres». Es Ovidio Guzmán el 17 de octubre de 2019. Clic. “Estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchos seres humanos. Se decidió proteger la vida de las personas”. Es Andrés Manuel López Obrador al día siguiente al confirmar la liberación del hijo del Chapo. Clic. Un pueblo de Sinaloa, Jesús María, convertido en una alfombra de casquillos y vidrios estallados; los coches calcinados, los uniformes ensangrentados, los restos de una batalla campal. Clic. El secretario de Defensa anuncia el éxito de un golpe contundente al narcotráfico mexicano: El Ratón, ahora sí, el 5 de enero de 2023, ha sido capturado. Clic. Flaco, con uniforme de reo número 5684, Ovidio va destino a Chicago. Clic. Ismael El Mayo Zambada aterriza en Santa Teresa, Texas, en un avión en el que también viaja Joaquín Guzmán López. Clic. Ovidio Guzmán llega a un acuerdo con la Fiscalía estadounidense, se va a declarar culpable y entregar información del Cartel de Sinaloa. Después de cinco años y seis meses y medio en la mira, el periplo criminal del hijo menor del Chapo Guzmán ha terminado. Clic. Fin del carrete.
El futuro del imperio del Cartel de Sinaloa se pelea dentro del Estado, pero se decide fuera. Todos, fundadores y herederos, están dispuestos a entregar información a la justicia estadounidense sobre el que fue el gran grupo del crimen organizado en México a cambio de mejorar su situación legal. La familia criminal no importa tanto como el pellejo propio. Lo que ya hicieron el Vicentillo o el Rey Zambada (hijo y hermano del Mayo) contra El Chapo, lo pueden hacer ahora Ovidio y Joaquín Guzmán contra El Mayo. El primero lo acaba de confirmar: será el 9 de julio cuando se declare culpable. La historia está condenada a repetirse.
El niño que quiso ser narco
Ovidio Guzmán pasó de ser casi un desconocido a agotar los amuletos con su cara: ¿a quién había protegido a sangre y fuego el cartel? ¿Quién era el protagonista del Culiacanazo? Poco se sabía del hijo pequeño que El Chapo tuvo con su segunda mujer, Griselda, antes de octubre de 2019. El Ratón nació en 1990 en Culiacán (Sinaloa) pero creció en un barrio rico de Ciudad de México, con un conductor que lo llevaba a diario a un colegio privado.
El camino de estudiante se truncó rápido: era adolescente cuando vio a su padre hacer lo increíble, fugarse de una prisión de máxima seguridad, y apenas mayor de edad, cuando vio morir a su hermano Edgar. Es en 2008 cuando el Departamento de Estado apunta a que heredó junto a su hermano Joaquín parte del control del imperio. Sin embargo, Benjamin Smith, historiador y autor de La Droga: la verdadera historia del narcotráfico en México, explicaba a EL PAÍS que nunca quedó claro cuál fue durante la siguiente década el verdadero papel de Ovidio para el negocio.
Fuera cual fuera, la respuesta brutal del Cartel de Sinaloa obligó al Ejército a devolverlo una vez detenido. López Obrador asumió una decisión que se alineaba con su estrategia de abrazos, no balazos. El presidente se desquitó tres años más tarde cuando las autoridades consiguieron detenerlo en la madrugada del 5 de enero de 2023. Llevaban seis meses siguiéndolo, esperando “el momento oportuno”, dijo el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval. Las fuerzas armadas mexicanas lo sacaron de una vivienda de Jesús María en helicóptero para llevarlo hasta Ciudad de México. El saldo de la operación fue letal: 29 muertos, entre ellos, 10 militares. El tono del Gobierno de Morena seguía siendo, aun así, de triunfo.
Una extradición y una traición
El Ratón era un trofeo jugoso para Estados Unidos. Durante nueve meses, sus abogados trataron de evitar su extradición, sin éxito. En septiembre de 2023 iba en un avión rumbo a Chicago, donde está acusado de cinco cargos. Además, Guzmán acumula otros seis delitos en Nueva York y uno en el Distrito de Columbia. La mayoría son por tráfico de droga —cocaína, metanfetamina y fentanilo—, pero también por homicidios, uso de armas de fuego y lavado de dinero. Las penas amenazaban con llevarlo al mismo destino que a su padre: una vida en la cárcel. En su primera audiencia, el hijo del Chapo se declaró inocente de todos los cargos.
Las acusaciones contra el pequeño de los hermanos Guzmán comprometían también a los tres mayores: Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín. Todos se convirtieron en objetivos prioritarios para Estados Unidos, que los buscaba especialmente por inundar las calles de fentanilo, un opioide que está detrás de 100.000 muertes al año en el país.
Los meses pasaban y poco se avanzaba en el destino judicial de Ovidio Guzmán hasta que estalló la bomba. El 25 de julio, el gran narco, el fundador del Cartel de Sinaloa, el que nunca había pisado una prisión, el del perfil bajo, el que vivía escondido en las montañas que lo vieron crecer, El Mayo Zambada era arrestado en suelo estadounidense. En una operación de película, el capo, de 76 años, había sido llamado a una reunión por parte de su ahijado, Joaquín Guzmán Loera. En el encuentro fue golpeado, secuestrado y montado en un avión rumbo a Estados Unidos. Así acababa el liderazgo del que fuera el criminal más buscado por EE UU.
La traición desató una guerra fratricida en Sinaloa, entre las dos facciones del cartel, los Chapitos —ya liderados solo por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo— y los seguidores del Mayo. Una pugna por el control que desangra semana a semana al Estado. La Fiscalía General de la República vinculó a Ovidio Guzmán con esta entrega del Mayo, porque llegó a aparecer en el sistema de prisiones como liberado. No lo estaba, pero sí había empezado ya otro camino paralelo: una negociación.
Este martes se pusieron fin a los rumores con la confirmación de un acuerdo, pero falta todo lo demás: ¿cuánto ha ayudado la entrega del Mayo al acuerdo que ha conseguido El Ratón? ¿Qué incluye el trato? ¿Cómo se entrecruza el proceso de Ovidio Guzmán con el de Zambada, quien trata contrarreloj de evitar la pena de muerte? El futuro del cartel se sigue escribiendo en los tribunales estaodunidense.
Comentarios