La guerra se ha instalado en la fiscalía especial que investiga el caso Ayotzinapa, con acusaciones cruzadas entre su titular, Rosendo Gómez Piedra, y un grupo indeterminado de trabajadores. Desde hace semana y media, diferentes periódicos han aireado el contenido de la denuncia de hechos de estos últimos, firmada por un tal “Ricardo Domínguez”, presentada en Palacio Nacional, ante la presidenta, Claudia Sheinbaum, y ante el fiscal general, Alejandro Gertz, entre otras instancias. En la denuncia, acusan a Gómez Piedra de peculado y extorsión, entre otros delitos. Al respecto, el fiscal ha señalado a EL PAÍS que las acusaciones son falsas y que se trata de una “venganza” por el despido de dos personas, que “estaban robando información”.

Ambas acusaciones parecen graves. La denuncia de los trabajadores, con fecha del 28 de abril, de la que este diario tiene copia, detalla una serie de presuntos comportamientos vergonzosos por parte de Gómez Piedra y sus allegados en la fiscalía, comportamientos que él niega. Dicen, por ejemplo, que el fiscal apenas pasa cuatro horas al día en la oficina, y la mitad las gasta en desayunar; que otorga premios económicos al desempeño, sin criterio alguno, y que luego pide parte de esos premios para él mismo; que contrata a gente sin preparar a la que luego exige su primer cheque de nómina; que una de sus colaboradoras hizo una colecta para la jefa de Gómez Piedra, Sara Irene Herrerías, con aspiraciones en la elección judicial de junio; que obliga a los trabajadores a comprar quesos de uno de sus allegados…

Por su lado, Gómez Piedra insiste en el asunto de la venganza y señala que ya se presentó una denuncia de hechos por robo, contra una ministerio público y una auxiliar, denuncia interpuesta ante la oficina del fiscal Gertz. La denuncia tiene fecha del 21 de abril. Este diario tiene copia de la carátula, la primera hoja del documento. El fiscal especial no ha dado demasiados detalles del asunto, por el “sigilo de la investigación”, pero señala que el presunto robo ocurrió en la madrugada del 26 de marzo, y que tiene que ver con la “manipulación de una computadora de un compañero ausente”, en la que había “información de solicitudes de extradición y otros temas importantes que tiene que ver con la variante internacional” del caso.

Rosendo Gómez Piedra, titular de la Unidad Especial para la Investigación y el Litigio del caso Ayotzinapa.

Este diario se ha puesto en contacto con antiguos y actuales trabajadores de la fiscalía especial, de primera mano o a través de terceros, para tratar de profundizar en los señalamientos de la denuncia contra el fiscal. En algunos casos, la respuesta ha sido el silencio, por el “miedo” a represalias. En otros, algunas de las fuentes han dado detalles que van más allá de la acusación. Por ejemplo, está el caso de uno de los agentes que trajo Gómez Piedra a la Fiscalía, Nicolás Jerónimo Alejo, que dos de las fuentes consultadas ubican ebrio, en una búsqueda en Carrizalillo, Guerrero, entre finales de 2022 y principios de 2023. Gómez Piedra ha dicho que Alejo, candidato al Tribunal de Disciplina Judicial en la capital, sigue trabajando ahí, pero que no le constan tales acusaciones.

Otro caso que no aparece en la denuncia, recopilado estos días, abunda en el tipo de señalamientos que aparecen en el texto, y que Gómez Piedra niega. A saber, las pocas horas de trabajo, los largos desayunos, la colocación de trabajadores sin responsabilidades aparentes, el empleo de recursos de la unidad en temas personales… En definitiva, una falta de ética del trabajo. El caso nuevo, escuchado de viejos trabajadores de la unidad, refiere que el fiscal tomó clases de baile en su despacho. Gómez Piedra lo niega y dice que él, “con cinco operaciones en la columna”, no baila. Y añade que “todo eso son chismes”, y que “los resultados hablarán” por él.

Preguntado por ambas denuncias y por la crisis de la fiscalía especial, en general, un vocero de la Fiscalía General de la República ha dicho, simplemente, que “no pasa nada”.

Una explosión anunciada

La gravedad del asunto, por mucho que diga el vocero, trasciende al intercambio de golpes, al chisme institucional. La batalla, aireada ahora, pero en gestación desde hace meses, desvirtúa la misión de la unidad especial para el caso Ayotzinapa, de la Fiscalía General de la República (FGR), un equipo creado especialmente para la investigación, relativamente exitoso en sus primeros años. La llegada de Gómez Piedra a finales de 2022, una petición del presidente entonces, Andrés Manuel López Obrador, supuso la salida de muchos de sus integrantes. Las críticas de los que se quedaron a los modos del nuevo titular, tabasqueño, como el mandatario, conocido de López Obrador de sus años al frente del Gobierno de Ciudad de México, se acumularon casi desde el principio, aunque calladamente.

La denuncia de los trabajadores transpira molestia hacia Gómez Piedra. El primer señalamiento apunta al presunto desconocimiento del abogado de los diferentes expedientes que componen el proceso, aristas de un poliedro colosal, el caso Ayotzinapa, del que todavía se desconocen cantidad de cosas, principalmente, el destino de la gran mayoría de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, hace casi 11 años. “Desconoce totalmente el asunto, porque nunca ha leído un solo expediente, y, ¿cómo lo va a hacer, si únicamente está en la oficina cuatro horas en todo el día, de las cuales las primeras dos desayuna, y las dos siguientes se reúne con sus allegados para contar chistes, burlarse del personal, ponerles apodos?”, dice la denuncia.

El desconocimiento de los expedientes, y del caso en general, es una queja habitual de las familias de los 43 estudiantes desaparecidos, desde que Gómez Piedra aterrizó, hace dos años y medio. En este tiempo, la fiscalía especial ha reenfocado sus actividades a los procesos judiciales abiertos y las búsquedas en campo, dejando de lado el alma de las pesquisas, esto es, las rutas de desaparición de los muchachos, quiénes se llevaron exactamente a qué estudiantes, dónde los condujeron y qué fue de ellos. En las reuniones periódicas entre autoridades y familias, uno de los reclamos suele ser ese, que Gómez Piedra no habla de la investigación, sino del tedioso avance de los procesos, de una forma desordenada.



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