Catherine Russell (Jersey City, Estados Unidos, 64 años) asumió la dirección ejecutiva de Unicef en febrero de 2022, cuando el mundo empezaba a ver la luz tras la pandemia, pero días después Rusía comenzó la invasión de Ucrania, desencadenando una crisis de refugiados de una magnitud sin precedentes desde la II Guerra Mundial. En los tres años transcurridos desde entonces, otras guerras han estallado o se han reavivado, en Gaza, Sudán, Myanmar… Hasta alcanzar el mayor número de conflictos activos en el planeta desde mediados del siglo XX. “Literalmente, es un problema detrás de otro”, lamenta. “Los adultos luchan y los niños lo sufren”. Y en medio de esta tormenta humanitaria, los países recortan las partidas de ayuda internacional.

España forma parte de un puñado exiguo de países que, en vez de meter la tijera, planea incrementar su apoyo financiero a Unicef. Y Russell se ha reunido en La Moncloa con el presidente Pedro Sánchez para agradecérselo en persona. “España nos encanta. Es uno de los pocos gobiernos que trata de aumentar su contribución, reconoce la importancia de lo que hacemos. Es inusual”, resume el encuentro con el presidente en la víspera de esta entrevista, el martes, en un hotel en Madrid.

Pregunta. En este contexto de convulsión global, es un mal momento para ser niño.

Respuesta. Es muy difícil ser niño en el mundo hoy. El mayor desafío son las guerras en tantos lugares. Cientos de millones de niños viven en zonas de conflicto o huyen de ellas. Lo peor, obviamente, es que están en riesgo físico. Pero, además, dependen de los servicios gubernamentales ―la educación y la atención médica―, que casi siempre se ven interrumpidos en las guerras. Se pierden años de escuela, no tienen acceso a agua potable, cosas terribles.

P. Con más conflictos que nunca desde la II Guerra Mundial, ¿hay motivos para la esperanza?

R. Trabajamos por los niños, siempre tenemos esperanza. Pero la situación es particularmente preocupante. Son muy vulnerables en los conflictos. Antes, las guerras eran de soldados luchando entre sí. Ahora los conflictos están en las comunidades y los civiles están en un peligro increíble. Y los más vulnerables siempre son los niños. Así que no puedo decir que soy optimista.

P. Una de las mayores crisis ocurre en Gaza, donde ahora la ayuda es bloqueada por Israel. ¿Cuál es la solución que propone Unicef?

R. Es una situación terrible. Hemos visto miles de niños muertos y miles sufriendo. Nos preocupa la situación alimentaria. Tenemos personal en el terreno increíblemente valiente haciendo un gran trabajo. Hemos pedido constantemente al cese de los combates y acceso para llevar ayuda, lo cual ha sido muy difícil. Durante un periodo pudimos proporcionar muchos suministros médicos, comida y agua. Pero cuando han comenzado los combates de nuevo, ha sido imposible. Es uno de los peores contextos en términos de la capacidad de la comunidad internacional para llegar a los que necesitan ayuda.

Russell, durante una visita al Hospital Al Naser en Jan Yunis, en el sur de la franja de Gaza, en noviembre de 2023.

P. Tras más de dos meses sin que entre ayuda. ¿Hay algún tipo de negociación con Israel y Hamás para el desbloqueo?

R. Hay muchas conversaciones en curso, muchas peticiones del sector humanitario para obtener más acceso. Hasta ahora no estamos progresando, pero seguimos presionando tanto como podemos.

P. Sudán es otro de los puntos calientes, ¿cuál es la situación allí?

R. La de Sudán es la mayor crisis humanitaria del mundo. Y es sorprendentemente cruel: ya hemos visto hambruna en algunas partes del país y la violencia es horrible. Unicef publicó un informe hace dos meses sobre la violencia sexual allí contra los niños, incluidos menores de un año. En términos de escala, es la más grande, con 17 de los 19 millones de niños fuera de la escuela durante dos años. Pero nadie le está prestando atención.

P. Estuvo allí hace un año, ¿qué vio?

R. Visité Port Sudan, donde Unicef proporcionaba una gama completa de servicios, de nutrición, educación… En una tienda había unos 20 niños sentados, de diferentes edades, todos con auriculares mirando unas tabletas. La responsable me explicó que tenemos programas educativos que pueden adaptarse a donde sea que esté el niño y en diferentes idiomas. Vi algunas cosas positivas. Conocí a un grupo de niñas y les pregunté qué esperaban del futuro, y pese a que habían sido desplazadas varias veces y vivían en un campamento, todavía eran optimistas. Me decían que iban a ser doctoras o ingenieras. Eso me da esperanza y me anima a seguir adelante, pero también sé que la probabilidad de que sus sueños se hagan realidad es muy baja. Es desgarrador. Los adultos luchan y los niños lo sufren.

La directora ejecutiva de Unicef en un campamento en Port Sudan donde se provee educación con tabletas y en varios idiomas a los niños desplazados por la guerra en Sudan, en junio de 2024.

P. ¿Cree que la comunidad internacional se olvida del sufrimiento de los niños en estos contextos?

R. Hay conversaciones en la ONU, pero creo que al mundo le cuesta prestar atención a muchas cosas al mismo tiempo. Y están sucediendo demasiadas cosas en este momento. Estos conflictos parecen muy lejanos, no están en la mente de las personas. Parte del desafío es tratar de obtener un poco de atención. Cuando la gente escucha lo que está sucediendo, responde.

P. ¿Y los líderes globales, los que deben tomar decisiones?

R. Tienen que hacerlo mejor.

P. Al inicio de su mandato estaba muy preocupada por las niñas en Afganistán, ¿cómo decirles tres años después que la humanidad no se ha olvidado de ellas?

R. La situación para las niñas de Afganistán es horrible. Las autoridades han restringido aún más las oportunidades para ellas, y para las mujeres en general: su capacidad para participar en la sociedad, ir a la escuela, salir a la calle o trabajar. Seguimos allí tratando de proporcionar educación, pero es un desafío. En mi opinión, es un desperdicio tremendo: tienen tanto que contribuir, tanto que ofrecer… Pero no nos hemos rendido y nunca nos rendiremos con esas niñas. Hemos estado capacitando a mujeres en el sector de la salud porque al menos, por ahora, están dejando que trabajen en ese sector porque proveen atención médica a otras mujeres. Así que hay algunos lugares donde podemos trabajar y seguimos intentándolo.

Russell, de visita en España para reforzar el apoyo del país con Unicef.

P. Los fondos de ayuda internacional están disminuyendo, especialmente con los recortes en la estadounidense USAID. ¿Cómo afectan a sus operaciones?

R. El año pasado comenzamos a ver recortes en la asistencia al desarrollo y esa bajada se aceleró este año. Es preocupante. Muchos países, salvo tres o cuatro excepciones, han estado cortando la ayuda. España es de los que ha aumentado sus contribuciones y se lo agradezco. En Unicef tenemos fuentes de financiación diversas, pero nos está afectando. Estimamos una disminución del 20% en los fondos que recibimos. Así que tenemos que ajustarnos a eso. Siempre hemos tratado de ser buenos administradores de los recursos que recibimos, pero ahora buscamos cualquier partida en la que podamos ahorrar sin afectar a nuestros programas; estamos reestructurando un poco la organización. Pero al final va a tener un impacto en los niños, no hay forma de evitarlo. Resultará en más niños sin alimentación ni educación.

P. De momento, cada vez más países cuestionan la utilidad del multilateralismo, la ONU incluida.

R. Estamos en un punto de inflexión. Se están planteando preguntas sobre el sistema multilateral. La cuestión que los países y los votantes tienen que hacerse es si quieren un mundo donde todo se desmorona en diferentes grupos o revitalizar el sistema multilateral que ha servido bastante bien desde el final de la II Guerra Mundial. Si queremos tener un lugar para que los países puedan resolver sus conflictos y trabajar juntos, ese es el sistema multilateral que está siendo desafiado.

P. Vemos que países ricos y desarrollados no respetan los derechos de los niños, especialmente en las fronteras. ¿Cómo abordar esta violación?

R. Pensemos en lo que queremos para los niños que conocemos, nuestros hijos, sobrinos… Queremos que estén sanos, educados, que crezcan en un entorno seguro y con oportunidades. Otros niños no son diferentes. Tienen todo el derecho a tener la misma vida, sean de países ricos o pobres. Esos niños son nuestros hijos colectivos. Son nuestro futuro. No son algo sin nombre, sin espacio. Son seres humanos, son nuestra responsabilidad.



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