La crisis militar entre India y Pakistán ha entrado este sábado en una fase aún más peligrosa tras una nueva oleada de ataques cruzados contra bases militares e instalaciones estratégicas. Las dos potencias nucleares asiáticas se acusan mutuamente de haber iniciado esta última ronda de bombardeos, mientras aumentan las presiones diplomáticas para contener la violencia y evitar un conflicto fuera de control. El ministro de Exteriores paquistaní, Ishaq Dar, ha comunicado que Islamabad “considerará detenerse” si la India pone fin a los ataques, pero advirtió que cualquier nueva ofensiva “recibirá una respuesta”.
Por su parte, la portavoz del Ejército indio, la coronel Vyomika Singh, reafirmó que su país mantiene el compromiso de la no escalada “siempre que Pakistán actúe de forma recíproca”, aunque denunció un creciente despliegue de tropas paquistaníes en varias zonas fronterizas, “lo que sugiere su intención de prolongar la situación”, ha expresado.
Islamabad asegura que Nueva Delhi bombardeó con misiles tierra-aire al menos tres de bases aéreas la pasada madrugada. Uno de los objetivos fue la de Nur Khan, una instalación clave situada a las afueras de la capital paquistaní. Varios testigos de la ciudad vecina de Rawalpindi citados por agencias internacionales relataron haber escuchado al menos tres explosiones y presenciado “una gran bola de fuego” visible a varios kilómetros de distancia. El Ejército paquistaní señaló en un comunicado haber respondido “ojo por ojo” pocas horas después: lo hizo con misiles de corto alcance lanzados contra varias posiciones en la India, entre ellas las bases aéreas de Udhampur y Pathankot, así como contra un almacén de misiles.
Nueva Delhi niega haber iniciado la ofensiva y sostiene que sus acciones forman parte de una represalia por una serie de ataques paquistaníes con drones, misiles de largo alcance y cazas contra 26 objetivos en territorio indio. “Han sido las acciones de Pakistán las que han provocado la escalada”, ha aseverado el secretario de Exteriores indio, Vikram Misri. “La India ha actuado en defensa propia, de forma responsable y medida”, añadió.
El primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, ha asegurado que su país ha dado “una respuesta contundente y coordinada” a lo que calificó en un comunicado oficial como una agresión no provocada. “Hoy hemos respondido con firmeza y vengado sangre de inocentes. Estamos muy orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas”, ha manifestado.
Lo ocurrido durante la noche se perfila ya como el enfrentamiento militar más intenso entre los dos vecinos desde que estalló la crisis actual. La India lanzó el miércoles la denominada Operación Sindoor, una campaña de ataques con misiles contra lo que describió como “infraestructura terrorista” ―aunque Islamabad asegura fue civil― en la Cachemira administrada por Pakistán y algunos puntos del país.
Era la primera vez que las bombas indias alcanzaban zonas paquistaníes densamente pobladas fuera del territorio de Cachemira, el límite tácito desde que se firmó un alto el fuego en 2003. La disputa territorial en torno a esta región se remonta a la etapa de la independencia de ambos países, nacidos en 1947 de la partición de la antigua colonia británica.
La ofensiva india del miércoles formaba parte de una represalia de Nueva Delhi por el atentado del 22 de abril en la localidad turística de Pahalgam, en la Cachemira india, donde un grupo armado asesinó a 26 turistas indios, en su mayoría hindúes. La India atribuye la autoría del ataque a grupos insurgentes con bases en Pakistán, país al que acusa de no ejercer la mano dura suficiente para frenar el terrorismo.
En respuesta, Pakistán ha activado la Operación Bunyan Marsoos ―nombre tomado del Corán que aluda a una estructura firme y cohesionada―, con la que alega haber atacado exclusivamente instalaciones militares indias.
Desde el inicio de la escalada, al menos 50 personas han fallecido, 33 de ellas en territorio paquistaní, según datos recopilados por agencias internacionales. Pakistán afirma que han fallecido 11 personas (incluido un niño) y medio centenar ha resultado herido por los ataques indios de la última noche cerca de la Línea de Control, la frontera de facto en Cachemira. Además, 1.014 personas han sido reubicadas a otras áreas más seguras, según el ministro de Información paquistaní, Pir Mazhar Saeed Shah.
La India, por su parte, ha reportado la muerte de cinco civiles en la región de Jammu, en la Cachemira bajo su control. Además, Nueva Delhi ha reconocido daños “limitados” en equipos y personal en cuatro de sus bases aéreas, situadas en Udhampur, Pathankot, Adampur y Bhuj.
Mientras continúan publicando imágenes de columnas de humo y explosiones, que atribuyen a los ataques enemigos, ambos Gobiernos han declarado públicamente que evitarán una escalada solamente si la otra parte actúa con la misma contención. En medio de la peligrosa coyuntura, la comunidad internacional ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos por frenar la crisis.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha hablado por separado con el jefe del Ejército paquistaní, Asim Munir, y con el ministro de Exteriores indio, Subrahamyan Jaishankar. Según la portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Rubio insistió en la necesidad de restablecer canales de comunicación directa con los dos países y ofreció mediación de Washington para facilitar un diálogo que evite nuevos enfrentamientos.
Por su parte, los ministros de Exteriores del G-7 y la Unión Europea emitieron el viernes una declaración conjunta en la que instaron a actuar con “máxima moderación” y a evitar cualquier paso que ponga en peligro la estabilidad regional. El texto advierte además de los riesgos para la población civil y exige una distensión inmediata.
China también ha pedido contención. “Seguimos de cerca el aumento de los ataques”, ha escrito en X el portavoz de la Cancillería china Lin Jian, quien exhortó a las partes a “retomar la vía política por medios pacíficos”. Además, delegaciones de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Qatar han visitado en los últimos días tanto Nueva Delhi como Islamabad para tratar de mediar, aunque, de momento, sin resultados tangibles.
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