Tan solo veinticuatro horas antes del comienzo del Festival de Cine de Cannes la organización del certamen emitió un comunicado marcando un inesperado y estricto código de vestimenta: “Queda prohibida la desnudez en la alfombra roja, así como en cualquier otra zona del festival”. La motivación de este cambio de última hora, alegaba el festival, eran “razones de decencia”.

El nuevo dress code tenía solo en mente el papel que las actrices y modelos invitadas a la alfombra roja juegan en la maquinaria de exposición mediática en la que se ha convertido La Croisette, asumiendo por costumbre que el vestuario masculino estaría acotado en su mayor parte dentro del traje negro o los habituales códigos formal-informal. Hasta que ha llegado Alexander Skarsgård.

Alexander Skarsgård en la alfombra roja de Cannes.

Para su aparición en la premiere de Pillion, su nueva película ambientada en el contexto de un grupo de moteros y centrada en una relación de sumisión homosexual atravesada por dinámicas BDSM, el actor sueco optó combinar un traje negro con unas agresivas botas de cuero altas –casi hasta la ingle, concretamente, a lo Pretty Woman–, firmadas por Saint Laurent.

Y, para el photocall de la mañana, lució un conjunto de pantalones y botas de Loewe, ambas también de cuero, con una camiseta blanca con una ilustración de un hombre lamiendo la suela de una bota muy similar a las de la Saint Laurent: prácticamente un manual de instrucciones. El resultado, inevitablemente, ha captado la atención de las redes sociales.

Alexander Skarsgård, vestido de Loewe en la alfombra roja de Cannes.

Skarsgård nunca ha tenido un problema a la hora de participar en el espectáculo generalmente reservado a las estrellas femeninas: vestirse según el tema de sus estrenos (asunto habitualmente liderado por Zendaya). Para el estreno de su película Infinity Pool en el Festival de Sundance de 2023, Skarsgård apareció atado al cuello con una correa, posando a cuatro patas en la alfombra roja junto a Mia Goth, que agarraba el otro extremo. Y en 2015, para presentar El diario de una chica adolescente, se vistió como una drag queen.

Pedro Pascal en el estreno de la segunda temporada de 'The Last Of Us' en Los Ángeles el pasado marzo.

Pero hay algo diferente en el uso del cuero en Cannes por la falta de ironía que sí había en sus anteriores apariciones. Los looks, obra del estilista Harry Lambert, van en serio. Peligrosamente literales, demasiado cercanos al uniforme que caracteriza al bar The Eagle en Nueva York como para permitir a los espectadores esconderse detrás de un chiste, obligando a las redes a enfrentarse a las botas de Skarsgård con algo más parecido a una pulsión animal que al comentario jocoso. Por eso, de todos los looks de Cannes, son con diferencia los menos decentes.

El daddy de Internet

No es la primera vez que las botas fetichistas de Saint Laurent pisan una alfombra roja. El actor estadounidense Pedro Pascal utilizó un par para la presentación de la segunda temporada de The Last of Us a finales de marzo, pero en su caso fueron por encima de un pantalón del mismo tejido, no de un traje. Cuero sobre cuero, precisamente porque Pascal, el actual daddy de internet, entiende el poder de las redes sociales ante un terreno apenas transitado: la sensualidad masculina.

Pedro Pascal en la alfombra roja de Cannes.

Pascal también ha aparecido en esta edición de Cannes. Sin las botas, pero posando en el photocall de su película Eddington con un top de Calvin Klein sin mangas con los costados abiertos. Si bien no se enmarca en la frecuencia BDSM de Skarsgård, las tres apariciones buscan –y consiguen– el mismo efecto: ser sexy en espacios donde ese honor ha estado reservado para mujeres. Algo que, en tiempo reciente, solo Timothée Chalamet se ha atrevido a hacer, acudiendo a los Oscar de 2022 solo con una chaqueta de Louis Vuitton.

El año que viene, si Cannes verdaderamente busca erradicar la provocación de La Croisette, tendrá que encontrar la manera de restringir el imbatible poder de la sugerencia. La sensualidad siempre acaba encontrando un camino y, gracias a Skarsgård y Pascal, vulnerar la decencia también es cosa de hombres.



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