Después del anuncio de una pausa en la aplicación de los mal llamados “aranceles recíprocos” parecía que estábamos entrando a una fase de cierta moderación en el comportamiento del presidente Trump. Esto parecía confirmarse a finales de abril con la declaración que hiciera el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en el sentido de que la guerra arancelaria con China era “insostenible”. El acuerdo posterior al que llegaron los gobiernos de China y Estados Unidos para reducir significativamente los aranceles entre ambos países también fue una buena señal de distensión y de disponibilidad a negociar. Así, parecía que por fin había comenzado a prevalecer un cierto grado de sensatez en la Casa Blanca.

¿Qué fue lo que provocó estas repentinas señales de moderación? Los mercados y los votantes. Las enormes pérdidas de los diversos índices del mercado de valores y el aumento en las tasas de interés de los bonos de largo plazo de Estados Unidos que ocurrieron a partir del inicio de la guerra arancelaria contribuyeron a enviar una señal decisiva a la administración trumpiana. El comportamiento de los mercados mandó un mensaje claro y directo de repudio a las políticas de Donald Trump. Algo similar comenzó a ocurrir con las preferencias electorales y con los resultados de las encuestas de opinión sobre el desempeño del presidente Trump. En este caso, la caída en su aprobación fue la más drástica de las últimas décadas, al igual que la caída en la valoración de su desempeño en materia económica.

Lamentablemente, este aparente periodo de moderación parece haber llegado a su fin, ya que en días recientes el presidente Trump ha lanzado nuevas andanadas contra distintos actores, países, regiones o personas. Su beligerancia económica regresó y ahora amenaza con imponer aranceles de 25% a los productos de Apple y de 50% a la Unión Europea. También ha acelerado sus ataques en contra de la Universidad de Harvard, a quien ha amenazado con quitarle el estatus de exención de impuestos y a quien quiere impedirle que pueda matricular en sus programas a estudiantes extranjeros. A Walmart, Trump le ha pedido en forma muy poco cortés que no aumente los precios y que asuma el costo de los nuevos aranceles. Además, Trump sigue impulsando su propuesta de reforma fiscal con la que pretende gravar las remesas que envían fuera del país los ciudadanos no estadounidenses. Al igual que ya ha ocurrido con otros casos, es muy probable que muchas de estas amenazas o propuestas resulten fallidas o que no puedan concretarse. Veamos por qué.

El tema de los aranceles a la Unión Europea y a los productos de Apple es una más de las balandronadas propias de Donald Trump. Al igual que otras amenazas similares que ha vertido en el pasado, muy probablemente en este caso tampoco las aplicaría por lo costoso que resultaría para los consumidores estadunidenses. Es claro que la carga más importante de un arancel a los productos de Apple la terminarían pagando directamente los consumidores. La empresa perdería, claro, ya sea por la menor demanda de sus productos o por menores ganancias en caso de que tuviera que absorber una parte del arancel. Sin embargo, la impopularidad de una medida de esta naturaleza muy probablemente le impedirá a Trump poder concretar esta amenaza.

En el caso de Harvard es muy probable que la apuesta será fallida. El ataque a la institución es de una naturaleza tan selectiva e injustificada que es muy probable que el sistema judicial estadunidense terminé rechazando las medidas que está tratando de imponer la administración Trump. En el caso de los estudiantes extranjeros, la medida afecta a numerosas personas a las que de la noche a la mañana se les estaría impidiendo continuar con sus estudios y programas, lo cual es sin duda violatorio de sus derechos personales. En caso de llegar este tema a la Corte, es muy poco probable que prevalezca la visión vengativa y prejuiciosa del presidente Trump en contra de la institución académica de mayor prestigio en el mundo.

Con respecto al impuesto a las remesas hay que recordar que ya hubo un primer ajuste en esta propuesta, ya que la versión inicial planteaba un gravamen de 5%, el cual fue disminuido a 3,5% en la Cámara de Representantes. También hay que recordar que la iniciativa que incluye esta propuesta terminó siendo aprobada por una diferencia de un solo voto, ya que dos congresistas republicanos votaron en contra de ella. Ahora el tema pasará al Senado, en donde podría pasar cualquier cosa. Ahora bien, suponiendo que llegara a aprobarse, es muy probable que el tema también termine en la Corte por su naturaleza discriminatoria, ya que le cobra un gravamen a unas personas (extranjeros, ya sea con documentos o sin ellos) mientras que exenta a otras (ciudadanos estadunidenses). En cualquier caso, aun si llegara a aprobarse esta medida, es muy probable que sus efectos recaudatorios serían mucho menores a lo previsto, ya que existen múltiples canales o vías que podrían utilizar los migrantes para evitar el pago del impuesto.

En resumen, muchas de las nuevas apuestas y amenazas del presidente Trump están condenadas al fracaso. La respuesta negativa de los mercados a esta nueva fase de beligerancia retórica tampoco le ayuda a Trump. ¿Cómo tomará esto Trump? La esperanza es que esto diera lugar a un nuevo, aunque no necesariamente largo, periodo de moderación. Sin embargo, tampoco podemos descartar que el fracaso continuo de sus apuestas pueda dar lugar a acciones cada vez más radicales. Esperemos lo primero, pero preparémonos para lo segundo.



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