Originario de Bayamón, una localidad al oeste de San Juan de Puerto Rico, Miguel Ángel Amadeo llegó con 13 años a Nueva York de la mano de su madre, por la que lo llamaban “el negrito de Vicenta”. Era 1947, y más de 70 años después Amadeo no solo sigue en la ciudad, sino que se ha convertido en una leyenda viva. Es el propietario de una emblemática y única tienda de música, el establecimiento musical que lleva más tiempo operativo de toda la ciudad.

Entrar en Casa Amadeo, también conocida como Antigua Casa Hernandez, en el 786 de Prospect Ave, en el Bronx, es un billete de ida a Puerto Rico y, sobre todo, a la historia de la música latinoamericana en la Gran Manzana. Pero también, y por encima de eso, es la forma de pasar un rato con Amadeo, una de las estrellas que, detrás del telón, tejió lo que es hoy la música neoyorquina con raíces hispanas. Aunque su nombre es Miguel, todos le conocen como Mike, en su versión en inglés, apodo que adoptó al mudarse de su isla natal a Manhattan porque a sus profesores les suponía menos esfuerzo pronunciarlo así.

Casa Amadeo, también conocida como Antigua Casa Hernandez.

Amadeo es más que un vendedor de discos. Él compuso algunas de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana como Que me lo den en vida, de El Gran Combo de Puerto Rico, u Oye mi consejo, de Celia Cruz. También colaboró con otros gigantes de la música como Héctor Lavoe y lleva compuestas más de 300 canciones.

En el año 1955, la vida de Amadeo, quien hasta el momento había trabajado como músico en bares y restaurantes de la ciudad, cambió para siempre. Le ofrecieron un trabajo en la discográfica Alegre Records, un sello especializado en música latinoamericana, y no se lo pensó dos veces. Mientras canta y toca las palmas, poniendo un disco tras otro en uno de esos radiocasetes que ya son piezas de museo, el artista dice que no se identifica con lo que el gran público conoce como el género de la salsa. “Eso es una invención para hablar de géneros como la plena y la bomba”, afirma.

La música corre por sus venas porque es hijo del compositor y músico Titi Amadeo, aunque este “se desentendió muy pronto de nosotros”, dice refiriéndose a él, su madre y su hermano. Su sobrino, además, es Tito Nieves, uno de los cantantes de salsa activos con más éxito.

Lo que hoy es Casa Amadeo, antes llamada Casa Hernández, abrió sus puertas en 1941 como la segunda tienda de la empresaria musical puertorriqueña Victoria Hernández y su hermano, el popular músico Rafael Hernández. En 1969, Amadeo la adquirió y le dio el nombre que mantiene hasta hoy.

Miguel Ángel Amadeo en Casa Amadeo ubicada en el 786 de Prospect Ave, en el Bronx, NY.

En el local no hay nadie que le ayude. “¿Para qué“, se pregunta, ”¿cuántos clientes has visto entrar aquí?”. Si bien la clientela ya no es lo que era y se pueden contar con los dedos de una mano, no hay un solo día en que Amadeo deje la persiana bajada, abre de lunes a sábado y siempre está listo para cantar, conversar y, por supuesto, vender algún disco. Amadeo vende discos de alrededor de 15 dólares. No suele tener los últimos del mercado, y su clientela no siempre sabe lo que van a buscar, pero tienen la seguridad de que encontrarán algo interesante. También de que deben llevar efectivo a mano, ya que el dueño no acepta tarjetas. Tiene todo el inventario en su cabeza, y señala una caja donde hay tarjetas escritas a mano y por orden alfabético, como si de un listín telefónico se tratara.

Todos estos años en Nueva York no han conseguido borrar Puerto Rico. Él se siente isleño y no quiere ser etiquetado como “neoyorican”, tal como se conoce a los puertorriqueños nacidos en la ciudad. “Yo soy boricua”, apunta. Y a la pregunta de si le gusta el reguetón, o su compatriota Bad Bunny, Amadeo lo tiene claro: “Odio el reguetón”, a lo que añade: “No es nada personal, pero creo en la forma”.

Amadeo, aunque no lo dice directamente, no cree en un relevo y sabe que es irremplazable. Lo que pase con la tienda cuando ya no esté, tampoco le importa.

Amadeo es más que un vendedor de discos. Él compuso algunas de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana como Que me lo den en vida,



Source link