Cuatro soldados posan con el fusil cruzado sobre el pecho junto a 64 fardos rectangulares envueltos en plástico negro, frente a un buque militar en algún puerto indeterminado de las costas de Michoacán. Es la fotografía del último trofeo del gabinete de seguridad del Gobierno de México, encabezado por el hombre fuerte de la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, su mano derecha en la renovada estrategia contra el crimen organizado, Omar García Harfuch, que ha anunciado este viernes el decomiso de más de una tonelada de cocaína en las orillas del Pacífico mexicano. Un nuevo mordisco al narcotráfico, con un impacto más simbólico que cuantitativo, en estos días en los que las grandes incautaciones y los arrestos de alto perfil definen los triunfos de la política de seguridad.
La droga viajaba en 1.291 ladrillos de cocaína, repartidos en los más de seis decenas de fardos, con un peso total de 1.285 kilogramos. Según las cuentas del gabinete de seguridad, el contenido de los paquetes se habría traducido en 2,5 millones de dosis en las calles. García Harfuch calcula que los ingresos que el operativo le ha arrebatado al crimen organizado alcanzan los 310.409.375 pesos, más de 16 millones de dólares. La información oficial no ha aclarado a qué grupo criminal pertenecía el alijo, tampoco si se han producido arrestos durante la misión. El anuncio se produce en una semana en la que el gabinete de seguridad ha estado bajo escrutinio público, ante el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, dos trabajadores del círculo de confianza de la alcaldesa de Ciudad de México, Clara Brugada, acribillados por un sicario en una autovía transitada en hora punta cuando viajaban sin escolta ni blindaje en su vehículo.
El zar de Seguridad de Sheinbaum ha aprovechado la ocasión para celebrar también las 38,5 toneladas de cocaína que han incautado en el mar durante la Administración de la presidenta, que comenzó en octubre del año pasado. Los decomisos han aumentado en los últimos meses, espoleados por el Gobierno de Estados Unidos del republicano Donald Trump. A su llegada a Washington este enero, el magnate arremetió con dureza contra México por lo que consideraba una estrategia de seguridad fallida, que revertía en mayor flujo de drogas a territorio estadounidense, especialmente fentanilo, causante de una epidemia de sobredosis y enemigo político declarado de la Casa Blanca.

Desde su toma de posesión, Trump ha amenazado en repetidas ocasiones a México con una guerra comercial si Sheinbaum no mermaba el poder de los carteles y frenaba el tráfico de fentanilo y migrantes irregulares a territorio estadounidense. Washington llegó a designar como grupos terroristas a seis organizaciones criminales mexicanas, una vieja fantasía del ala más dura del Partido Republicano, y Sheinbaum reaccionó reforzando la frontera compartida y fortaleciendo la lucha contra el crimen organizado, centralizada por primera vez en la figura de García Harfuch. Los arrestos de capos de alto perfil de los últimos meses se han multiplicado, de la mano con las incautaciones, gotas en el océano del enorme volumen de droga que cada día cruza las aduanas.
Pese a todo, los decomisos de fentanilo en la frontera se han reducido aproximadamente a la mitad como resultado de los esfuerzos compartidos y de la erosión de grupos criminales como el Cartel de Sinaloa, desangrado en una guerra interna, cuyos líderes se encuentran entre rejas en Estados Unidos, negociando condenas reducidas a cambio de información o entregándose voluntariamente, como el grupo de 17 familiares de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, ambos en prisiones estadounidenses, que han cruzado a California este mes como parte de un acuerdo con la justicia. El peso pesado del narcotráfico en estos momentos, de acuerdo con los servicios de inteligencia de Trump, es el Cartel Jalisco Nueva Generación.
El nuevo decomiso en Michoacán constituye el último golpe contra el narcotráfico, el último anuncio de una estrategia de comunicación que el gabinete de seguridad mantiene escueta y centrada en los logros: cada semana, cada pocos días, un arresto o una incautación de drogas o armas, como las detenciones de hace dos días en Culiacán, Sinaloa, en las que capturaron a cuatro sicarios y requisaron “cuatro armas largas, equipo táctico y dos vehículos”. En el operativo de este viernes han participado, además de la Marina, el Ejército, la Fiscalía General de la República, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad, signo también de los nuevos tiempos de cooperación máxima entre instituciones, dirigidas siempre por la batuta de García Harfuch, bajo la mirada omnipresente de Estados Unidos.
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