París y todo su esplendor, el verde, la piedra y el arte, más y más y más encanto por todos lados, abre los brazos para recibir al gran campeón, que a eso de las cuatro de la tarde toma asiento en la sala de conferencias de Roland Garros y contesta pausado, “just chill”, dice él. “Simplemente miraba cuál era mi primera ronda, la segunda como máximo, eso es todo…”, explica Carlos Alcaraz cuando el curioso le pregunta por esos diez minutos largos de inspección del día anterior frente al panel del sorteo, que le deparó un cruce con Kei Nishikori en la primera ronda del grande francés; frustrado al final, dada la baja de última hora del japonés. Llega el murciano fuerte, a punto, elevado. Es el gran señalado. Defiende el título y el trazado hacia la gran cita de la tierra ha sido prácticamente impecable, dos títulos y una final, de no ser por un leve contratiempo muscular que ya es historia.
Desde el perímetro, no se adivinan ahora mismo demasiados nombres que puedan hacer que trastabille. ¿Acaso el número uno, Jannik Sinner? Podría ser, precisa él, hoy más cauto que ayer. La osadía de otros momentos a la hora de responder en el preámbulo de los torneos se ha moderado. “Jannik, por ejemplo, ha tenido una semana increíble en Roma, pero venía de tres meses sin competir y al final eso se nota”, matiza. Y amplía ante la pregunta formulada por este periódico: “Yo también he tenido he tenido momentos difíciles y partidos muy duros en los que podría haber perdido perfectamente [solo cedió ante Holger Rune en la final del Godó, lesionado], pero sí que es verdad que me estoy encontrando muy cómodo, muy bien. Estoy muy contento con el nivel que estoy alcanzando”.
En todo caso, Alcaraz acepta el sentir general, desde el que se entiende que hoy por hoy, él es el gran obstáculo sobre tierra batida. Él por un carril, los demás por otro y, ¿quizá el italiano, con un punto más de chispa, en uno intermedio? “Sí que es verdad que siento que la gran parte de los torneos y de los partidos dependen de mí, de si encuentro el buen camino y el cómo afrontarlos, de si estoy disfrutando o no; ese tipo de cosas influyen mucho en mi manera de jugar y de estar en la pista, y de eso yo creo que sí que depende bastante”, se extiende el español, sobre el que gira un debate en torno a su elección hacia la vía del éxito, a contracorriente de lo propuesto en los últimos tiempos. ¿Ser el mejor sin ser un esclavo de su deporte?
En opinión de Rafael Nadal, el enfoque del documental estrenado a finales de abril —A mi manera (Netflix)— “no refleja la forma en la que Carlos vive su carrera”, concede a L’Équipe. “No aparece como un jugador de tenis que se entrena, sino como alguien que ama la fiesta, que necesita eso, que no es muy profesional. Y eso no es verdad”, agrega el ganador de 22 grandes. “Sí, lo he leído”, admite el de El Palmar, menos atento a lo que se dice en las redes, pero en ningún caso ajeno del todo.
En formación
“Hay mucha diferencia de opiniones. Ha habido mucha gente que me ha dicho que muestro mucho mi lado fiestero, que me gusta mucho la fiesta y la noche, pero yo no lo veo así. Pero bueno, al final yo estoy abierto a todo tipo de opiniones. Disfruto del tenis, con mi profesión, con mi trabajo, con lo que me gusta, pero obviamente soy profesional. Lo antepongo ante cualquier cosa, pero también intento tener mis momentos de disfrute”, apunta; “a lo mejor ha coincidido que han grabado y que he mostrado que también me gusta salir, como a todo chico de 21 o 22 años, pero que sin perder el foco de lo que realmente es importante, que es el tenis. De verdad que agradezco un montón las críticas, las opiniones, lo que ha dicho Rafa, pero la gente no puede olvidarse de que he llegado aquí siendo de una manera”.

En pleno proceso de formación, perfilando todavía su identidad y su tenis, Alcaraz se coronó hace un año en París e irrumpe hoy en mejor dinámica, perfectamente engrasado. El lunes se estrenará contra el italiano Giulio Zeppieri, procedente de la fase previa y 306º del mundo, y por el rabillo del ojo observará la evolución de Sinner, al que batió el domingo pasado en el desenlace del Masters 1000 de Roma. Al compás de las grandes rivalidades, uno y otro se retroalimentan. Se oye en la sala la comparativa Sampras-Agassi, los Federer-Nadal-Djokovic, y la teoría dice que ambos están llamados a recoger el testigo.
“No nos pondría en su mesa, eso seguro, pero a la gente le apetece ver nuestros partidos”, afirma, “porque son muy tácticos, así que estoy seguro de que él va a cambiar cosas la próxima vez que nos enfrentemos; seguro que va a mejorar con respecto al último, pero yo también voy a intentar mejorar y creo que es lo que hicieron los del Big Three durante toda su carrera. Al final hay rachas [7-4 a su favor, cuatro triunfos sucesivos] y yo tengo que estar preparado, porque sé que no voy a ganarle siempre”. Poco antes, ante ese mismo micrófono, el italiano se expresa a partir de la cautela: “Hay un amplio margen de mejora [respecto a Roma], pero los milagros no existen. Necesito tiempo. Los cinco sets me van a ayudar a entender dónde estoy ahora mismo”.
EL PRIMER GRANDE DE LEYRE ROMERO
A. C. | París
El tenis español contará con una cuarta participante en el cuadro femenino. A Paula Badosa, Jessica Bouzas y Cristina Bucsa se unió este viernes Leyre Romero, quien finalmente superó la fase de clasificación.
La valenciana, de 23 años y 150ª del mundo, venció a la polaca Linda Klimovicova por un doble 6-4 y se ganó un puesto en el cuadro principal del torneo francés.
De este modo, será su primera participación en un Grand Slam, después de haberse quedado a las puertas en los cuatros majors del curso pasado, y también a comienzos de este en Australia.
Por otra parte, Novak Djokovic se impuso a Cameron Norrie en la semifinal del torneo de Ginebra (6-4, 6-7(6) y 6-1) y se situó a un solo paso de su título 100. Se medirá con el polaco Hubert Hurkacz, 31º del mundo.
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