El pulso entre el Gobierno de Gustavo Petro y el Congreso adquirió un sabor caribeño en la noche del martes. Bajo un calor sofocante y frente a una estatua ecuestre de Simón Bolívar en el centro de Barranquilla, el mandatario colombiano arremetió una y otra vez contra los políticos tradicionales a los que acusa de “traicionar” a la ciudadanía que los votó. “Nos quitan la dignidad (…). Creen que pueden convertirse en verdugos del pueblo”, exclamó en referencia a los hundimientos de las reformas sociales y de la consulta popular sobre derechos laborales. Los confrontó en la casa de varios de los más notorios: Barranquilla es la ciudad de origen del presidente del Senado, el conservador Efraín Cepeda, y el núcleo de poder de la familia Char.

El argumento central del mandatario para deslegitimar al Congreso fue que gran parte de los senadores que votaron contra las reformas sociales presuntamente accedieron a sus cargos a través de la compra de votos. “No les importa traicionar [a sus votantes] porque están seguros de que van a sacar billetes en las próximas elecciones”, resaltó. Según Petro, esa práctica extendida en el Caribe explica que la misma gente que lo votó como presidente —esa región fue uno de sus bastiones— sea la que también eligió a senadores que, en su mayoría, rechazan sus reformas. Pidió que sus seguidores se resistan a estas prácticas para así penalizar a los congresistas en los próximos comicios. “La consigna debe ser: ‘Me aguanto el hambre y no acepto billete sucio’. No va a haber más pobres vendiendo su voto en el Caribe colombiano”, dijo.

El presidente del Senado fue el gran protagonista de las palabras de Petro en un cabildo abierto que fue más bien una movilización clásica a su favor. “El señor [Efraín] Cepeda votó contra ustedes, contra el pueblo”, exclamó el mandatario. “Fuera, fuera, fuera”, respondió una multitud de sindicalistas, estudiantes, campesinos y ciudadanos particulares. Petro acusó al conservador y a otros congresistas de ser intransigentes, incapaces de negociar. “Pensamos que Cepeda era un caballero y no fue así. Hay que aprender: esta discusión ya no se hará en frío, sino que será en la lucha popular”, resaltó. “La oligarquía de Colombia debe saber que ahora tiene al pueblo enfrentado porque se negó a dialogar con el presidente”, agregó. Aseguró, además, que apoyará una huelga en caso de que los trabajadores la convoquen —de momento, la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT) ha llamado a un paro nacional para el 28 y 29 de mayo—.

Petro estuvo flanqueado durante todo el acto por el ministro del Interior, Armando Benedetti, otro político tradicional que es oriundo de Barranquilla. Lo respaldó al cuestionar, sin nombrarla, a la exministra de Justicia Angela María Buitrago, quien renunció tras denunciar que Benedetti la presionaba por nombramientos en la entidad que dirigía. “Una ministra de mi Gobierno quería sabotear porque no entendía que pudiéramos hablar con bandidos”, dijo en referencia a los diálogos de sometimiento con grupos del crimen organizado.

Gustavo Petro durante una concentración en Barranquilla.

La movilización, que reunió a unas 25.000 personas en el Paseo de Bolívar, es el primer cabildo abierto que encabeza el presidente para presionar al Legislativo. Según la Constitución, los cabildos son un mecanismo “de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía”, al igual que una elección, un plebiscito o un referendo. El presidente los convocó la semana pasada tras el hundimiento de la consulta popular, que el Gobierno ha vuelto a presentar este lunes ante el Senado con preguntas adicionales de política sanitaria. En teoría, los encuentros buscan que los ciudadanos definan los pasos a seguir. En la práctica, el mandatario dio un discurso de una hora y media sin ninguna intervención de la audiencia. Después de su mensaje, el Paseo de Bolívar se vació en cuestión de segundos.

Antes del discurso presidencial, sin embargo, algunos participantes aprovecharon sus palabras de bienvenida al mandatario para poner sus propios reclamos en la agenda. Dos líderes estudiantiles le pidieron a Petro que intervenga la Universidad del Atlántico por presuntos malos manejos del rector y operativos para reprimir protestas. Una lideresa indígena reclamó por la violencia que azota a las comunidades. “Esperemos que usted y su mirada se volteen a mirar al territorio”, le dijo al mandatario. Un dirigente campesino se quejó por el limitado impacto de la reforma agraria en el Atlántico: “En nuestro departamento la compra de tierras ha sido poca”. El mandatario los escuchó, mayormente con la mirada en el suelo, y luego abrazó a los estudiantes.

“Lo espero más que a mi marido”

La gente mostró su hastío durante las horas de espera antes de que llegara presidente, que arribó hacia las siete de la noche pese a que su discurso estaba previsto para las cuatro. “Ay Petro. Me tiene cuatro horas clavada acá”, exclamó una vendedora de almuerzos. “Lo espero más que al marido mío”, respondió una compañera. Mientras hacían tiempo, hubo líderes de varios sectores que proclamaron su apoyo al presidente: madres comunitarias, activistas ambientales, un grupo de la barra del Junior de Barranquilla, estudiantes del estatal Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), víctimas del conflicto armado. “¡Qué viva el presidente!”, se escuchó una y otra vez durante horas.

Simpatizantes de Gustavo Petro en Barranquilla, Colombia.

Las denuncias de Petro, en tanto, no sorprendieron. Una trabajadora de un restaurante comentó, al finalizar el acto, que la compra de votos es habitual en las elecciones legislativas. “A mí me han ofrecido 80.000 pesos [unos 19 dólares] por mi voto, pero yo me quedo con el dinero y luego no los voto a ellos”, dijo. Otro participante, un trabajador social del vecino departamento del Magdalena que se desplazó por la violencia a los alrededores de Barranquilla, agregó: “En mi pueblo se ofrece hasta un millón [240 dólares] para un voto por el alcalde y unos 150.000 [35 dólares] por un congresista”.

El optimismo, al igual que en otras movilizaciones recientes, fue evidente. Víctor Eduardo Gómez, un abogado del Cesar que vive en Barranquilla hace años, comentó a este periódico que los cabildos beneficiarán al presidente incluso si la consulta popular vuelve a hundirse en el Congreso. “Lo están llevando al escenario donde mejor se mueve, que es la plaza pública. Tiene al votante activo, vamos a llegar a las elecciones del año que viene con la gente de a pie, organizada”, dijo. Al igual que el presidente, señaló a los políticos tradicionales como los responsables de los limitados avances del Gobierno: “El pueblo tiene claro que no es culpa de él. Que los Char, los Name, los Gerlein convoquen al pueblo y veamos si sale tanta gente como hoy”.



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