Cada día se conocen más detalles de un escalofriante asesinato ocurrido en Colombia, el jueves pasado, que tiene claros paralelos a otro que conmocionó a México. Los hechos ocurrieron en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, frente a la casa de María José Estupiñán, una ‘influencer’ de 22 años. “La Mona”, como era conocida en redes sociales, salió a la puerta cuando llegó un domiciliario a entregarle un regalo, una caja de chocolates. Pero tan pronto abrió, el hombre le disparó al rostro. Una cámara de video captó al asesino correr luego del ataque, y la voz desesperada de la madre de la víctima al verla en el piso. Estupiñán falleció antes de poder llegar a un hospital y la policía sigue investigando el caso.

Los detalles han sorprendido a la opinión pública por el paralelismo tan claro con otro homicidio ocurrido dos días antes, el 13 de mayo, en Zapopan, municipio de Jalisco, México. La víctima fue otra influenciadora, la tiktoker Valeria Márquez, de 23 años. Márquez estaba trasmitiendo en vivo desde su salón de belleza. Contó que iba a recibir un regalo de un desconocido. El domiciliario que debía entregarlo llegó y la asesinó con disparos en su torso y cabeza. Murió también antes de recibir atención médica.

La tiktoker Valeria Márquez, en una imagen compartida en sus redes sociales.

Márquez había compartido ese día que temía que algo pudiera pasarle. En publicaciones anteriores había contado que tuvo un desencuentro con su expareja, y lo culpaba de antemano si algo le pasaba a ella o a su familia. En el caso en Cúcuta, Estupiñán no compartió algo parecido en sus redes, pero el periódico local La Opinión supo que en 2018 ella interpuso una demanda por violencia intrafamiliar contra su expareja y que, el día antes del asesinato, acudió a la Fiscalía como víctima del proceso. “Según fuentes cercanas al caso, habría obtenido un fallo a su favor, en el que se ordenaba una indemnización de 30 millones de pesos [unos 7.000 dólares] por parte de su excompañero sentimental”, dice el diario. El medio añade que, de acuerdo a la policía metropolitana de Cúcuta, Estupiñán “seguía siendo víctima de violencia psicológica y verbal por parte su expareja, hecho que le habría producido continuos ataques de ansiedad y otras crisis emocionales”.

“La acechaba, la violentaba y ella puso en conocimiento ante las autoridades y con la denuncia activó la ruta, solicitó la asistencia, solicitó toda la protección, la seguridad y, sobre todo, que ella pudiese gozar de una vida libre de violencia. El Estado colombiano le ha fallado a esta joven”, dijo Alejandra Vera, directora de la Corporación Mujer Denuncia y Muévete, a Noticias Caracol. “Este crimen enluta no solamente a una familia, no solamente a Norte de Santander, nos tiene que enlutar como sociedad colombiana”, dijo Magda Victoria Acosta, presidenta de la Comisión de Género de rama judicial. El número de feminicidios reportados en Colombia ha venido en aumento, con el 2024 como el año con el peor registro de los últimos ocho años, con más de 700 casos.

Estupiñán era estudiante de Comunicación Social en la Universidad Francisco de Paula Santander y le decía a sus seres queridos que soñaba con ser presentadora de televisión. Como Márquez, usaba las redes sociales para dar consejos de belleza. Los dos casos están siendo investigados como feminicidios. En ninguno se han hecho capturas para llevar a los responsables ante la justicia. Los dos homicidios ocurren en regiones golpeadas particularmente por la violencia: el estado de Jalisco, donde el crimen organizado fue señalado recientemente por asesinar y botar los cuerpos de miles en una enorme fosa común del rancho Izaguirre; el departamento de Norte de Santander, donde la guerrilla del ELN lleva a cabo una cruda guerra, desde principios del año, contra un grupo de disidentes de las FARC en la región del Catatumbo.



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