Polonia volverá a celebrar su tradicional duelo entre liberales y conservadores en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, previstas para el próximo 1 de junio. Ninguno de los 13 aspirantes a convertirse en jefe de Estado ha logrado sumar más del 50% de votos necesarios para resolver los comicios en la primera ronda, celebrada este domingo. Los sondeos a pie de urna muestran un resultado ajustadísimo entre los dos primeros puestos. Según estas encuestas, los casi 29 millones de electores tendrán que elegir entre el alcalde Varsovia, el liberal europeísta Rafal Trzaskowski, y el historiador nacionalista ultraconservador Karol Nawrocki. El primero sería un aliado para el primer ministro, Donald Tusk. El segundo, un nuevo obstáculo, como lo ha sido hasta ahora el presidente Andrzej Duda.
El ganador en los sondeos de esta primera vuelta, por la mínima, es un destacado dirigente de Plataforma Cívica (PO), el partido de centroderecha liberal del primer ministro, Donald Tusk. Trzaskowski habría sumado un 30,8% de apoyos, siempre según la encuesta a pie de urna de la empresa demoscópica Ipsos para las tres principales cadenas de televisión, elaboradas a partir de los sondeos a pie de urna y primeros escrutinios y con un margen de error del 1%.
“Voy a por la victoria, para que Polonia sea más próspera, para que el Gobierno pueda cumplir todas sus promesas”, prometió el alcalde tras conocer los sondeos. Trzaskowski se comprometió a facilitar que el Ejecutivo complete los cambios que se iniciaron con las elecciones parlamentarias de 2023 y mencionó asuntos pendientes como la legalización del aborto. También aseguró que quiere contribuir a unir a la sociedad: “Ya vale de divisiones, es el momento de tener conversaciones tranquilas”, dijo, después de asegurar que exigirá responsabilidades a los ultraconservadores por sus acciones al frente del anterior Gobierno. Su adversario, advirtió, es “un político extremista que busca el conflicto”.
Nawrocki, expresidente del Instituto de Memoria Nacional y candidato no afiliado apoyado por Ley y Justicia (PiS), de Jaroslaw Kaczynski, habría logrado el 29,1% de votos, muy cerca del alcalde. “Ganaremos estas elecciones. Estamos preparados para ello, decididos”, afirmó el historiador. “Ya tienen el Sejm [la Cámara baja del Parlamento], el Senado, el primer ministro. Quieren tener un presidente que introduzca el euro en Polonia, acelere el pacto migratorio, dirija el odio hacia la oposición”, añadió, ofreciéndose como contrapeso al poder liberal.
Legislativas, locales, regionales, europeas y este domingo, presidenciales. En poco más de un año y medio, los polacos han sido convocados a las urnas en cinco elecciones consideradas trascendentales, por unos y otros, para el futuro del país. La participación, según Ipsos, ha sido del 66,8%, dos puntos más que en 2020. Habrá que esperar al martes o el lunes por la noche para tener resultados oficiales, como ha avanzado Sylwester Marciniak, presidente de la Comisión Electoral Nacional.
Polonia se inscribe en la dicotomía política que, con matices nacionales, recorre Europa: de un lado, un campo liberal, que encarna los valores occidentales y el europeísmo, frente a la derecha ultraconservadora, nacionalista y euroescéptica. Con la elección del jefe de Estado, los ciudadanos deciden sobre una figura que puede facilitar la agenda reformista liberal del Gobierno de coalición capitaneado por Tusk, o bien sabotearla, ejerciendo el poder que le otorga la Constitución. Un mandato de Nawrocki sería una continuación de la problemática cohabitación que han vivido los liberales con Duda. “Estas dos semanas decidirán el futuro de nuestro país. Por eso, ni un paso atrás”, escribió el primer ministro en X tras conocer los sondeos. Tusk auguró una “lucha por cada voto”, tras conocer los sondeos.
Las sucesivas elecciones que ha celebrado el país han demostrado que, pese a la victoria liberal de 2023 —recibidas en Bruselas como un dique frente al populismo —, las fuerzas ultraconservadoras y de extrema derecha no han desaparecido en el país. Al contrario. Todos los comicios recientes se han decidido por márgenes muy estrechos y muestran una persistente división en la sociedad. “La mejor forma de ver esto no es como una victoria o derrota definitiva, sino como una lucha continua”, afirmaba Aleks Szczerbiak, profesor de Política de la Universidad de Sussex, en una videollamada el jueves.
Aunque las encuestas dan ventaja a Trzaskowski, que se presenta por segunda vez, la segunda vuelta puede estar muy reñida. En 2020, cuando compitió con Duda, el candidato de PiS ganó por poco más de 400.000 votos. En las dos semanas de campaña final que arrancan ahora los aspirantes tratarán de ganarse a los votantes del resto de fuerzas.
El aspirante del partido de extrema derecha Konfederacja, Slawomir Mentzen, queda en tercera posición, con el 14,8% de apoyos, según Ipsos. Mentzen, igual que en las parlamentarias, empezó con una intención de voto de casi el 20% que se ha ido desinflando con el paso de las semanas. Nawrocki ya ha empezado a pedirle su apoyo para la segunda vuelta.
Con un abanico tan amplio de candidaturas, la campaña ha estado muy fragmentada y los favoritos apenas suman el 60% de los votos. Cada miembro del Gobierno de coalición —formado por fuerzas conservadoras, de centro y progresistas— ha presentado a su propio aspirante, que no han llegado al 5% de apoyos. El polémico ultra Grzegorz Braun, expulsado de Konfederacja por sus exabruptos antisemitas, habría superado a los socios del Ejecutivo y se habría colocado en cuarta posición, con un 6,3%.
Competencias clave
El presidente en Polonia tiene algunas competencias clave, como el derecho de veto de legislación —que se puede revertir solamente con una mayoría parlamentaria de tres quintos—. También le corresponde el nombramiento de figuras como los jueces o embajadores y desempeña un papel activo en política exterior. Para PiS, mantener la jefatura de Estado es fundamental para reservarse una cuota de poder que le permite actuar como contrapeso y frenar la acción del Gobierno.
El Ejecutivo liberal necesita también ganar estas elecciones para atajar la pérdida de popularidad que está sufriendo. “Hay una sensación general de que el Gobierno simplemente no está cumpliendo”, apuntaba Szczerbiak. “Tenían un programa de ‘100 propuestas en 100 días’… y han cumplido unas 20”, continuaba. Para Plataforma Cívica contar con un presidente afín es crucial para poder completar los proyectos que prometió sin la amenaza de bloqueo permanente, especialmente la reforma judicial para restaurar el Estado de derecho.
En algunos casos, sin embargo, como la legalización del aborto y las uniones del mismo sexo, los proyectos de ley ni siquiera han llegado a la mesa del presidente, porque los socios más conservadores del Gobierno las han parado. Esto ha generado decepción entre jóvenes, mujeres y votantes progresistas que habían puesto grandes esperanzas en el giro político del país tras ocho años de Gobierno ultraconservador.
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