En juego hay mucho más que una victoria. Jon Rahm se bate este domingo por la historia en la última jornada del Campeonato de la PGA en el campo de Quail Hollow, en Charlotte. El golfista vasco persigue levantar el tercer grande de su carrera después del US Open de 2021 y el Masters de Augusta de 2023, convertirse en el primer español que gana el PGA Championship, el único major que falta en el palmarés nacional, y ser pionero además en coronarse en tres citas diferentes del Grand Slam, hito que no probó el gran maestro Seve Ballesteros. Rahm cerró este sábado la tercera jornada con -6 en la clasificación general al entregar una tarjeta con siete birdies y tres bogeys, en la parte alta de la tabla y entre gigantes como el número uno mundial, Scottie Scheffler, y Bryson DeChambeau (ambos sin finalizar su ronda al cierre de esta edición). La gloria se decide (este domingo de 19.00 a 1.00, Movistar Golf) en Quail Hollow.

La lluvia retrasó el inicio de la penúltima jornada, el día del movimiento, y el viento agitó las banderas para empinar todavía más el recorrido del trazado de Charlotte. Justo lo que pedía Jon Rahm, un campo duro que obligara a apretar los dientes a quien pretendiera luchar por la victoria. Y ahí apareció por fin lo que tanto tiempo llevaba el español anticipando, una versión mucho más cercana a su mejor golf de lo que había mostrado hasta ahora en un curso huérfano de laureles. Brillante con el driver aunque algo más desajustado con el approach, Rahm arrancó pronto la moto con birdies en el hoyo 1 y en el 3 y otro puñado de oportunidades para ir descontando golpes. Dio un paso atrás en el 6 con esos impactos de acercamiento que se le quedaron cortos desde fuera y dentro del green, pero estrujó los pares cinco del 7 y el 10.

Bola a un espectador. En el hoyo 11 Rahm vivió una de esas situaciones que de vez en cuando suceden en un campo de golf. Su bola golpeó a un aficionado y viajó de izquierda a derecha hasta pisar el rough. El español le regaló un guante firmado allí mismo al hincha, muy sonriente para haber recibido semejante bolazo. Aparte del detalle y del perdón del jugador vasco seguramente tendrá de recuerdo algún moratón que enseñar como si fuera una herida de guerra. El desvío, por cierto, acabó mal para Rahm, bogey.

Y entonces, el estallido. Un misil en el par cuatro del 14 le permitió posar su bola a tres metros de bandera. Pateó para eagle aunque tuvo que conformarse con el birdie. En el 15, par cinco antesala de La Milla Verde, otro golpe menos en la tarjeta, y un tirazo a bandera en el 16 le aupaba entonces al coliderato del Campeonato de la PGA.

Los pares ya eran en ese momento oro puro cuando restaban dos estaciones por jugarse, pero otro mal approach en el 17 le dejó un putt demasiado largo. Sería el último resbalón de Rahm antes de cerrar la ronda y esperar que Scheffler, DeChambeau y el resto de aspirantes terminaran de jugar y establecieran dónde estaba puesto el listón. El número uno mundial comenzó con un bogey en el primer hoyo y fue remando poco a poco para escalar posiciones en busca del liderato. De ese pedestal fue cayéndose ligeramente el venezolano Jhonattan Vegas después de su sorprendente desempeño en los dos días anteriores. Esto ya eran palabras mayores.

Scottie Scheffler, en la salida del noveno hoyo.

Rahm se ha citado con la historia en Quail Hollow, no solo por la conquista de su tercer grande y el primer PGA Championship español, sino también por coronarse en un gran escenario como jugador de LIV, la revolucionaria Liga saudí. Desde su cambio de camiseta el vasco no ha brillado en los grandes escenarios como solía hacerlo siendo un soldado del circuito americano, el PGA Tour, y hoy le impulsa ese deseo de reivindicarse y demostrar que es tan competitivo como siempre pese a jugar en un circuito claramente menos exigente (rondas de tres días, participación más reducida, sin corte, música en el campo…). Rahm quiere demostrar que sigue siendo Rahm.

Clasificación del Campeonato de la PGA.



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