El infierno que desde hace 19 meses vive la población de Gaza sigue un guion que, desde el martes, se ha repetido de nuevo: bombardeos contra edificios, escuelas, hospitales, tiendas de campaña —o palestinos que huyen por la calle—; órdenes de desalojo masivas y, por último, operaciones con fuerzas terrestres y tanques como los que este viernes entraron en el norte de la Franja. El ejército de Israel ha confirmado este sábado el inicio de una nueva invasión terrestre de Gaza para ocupar de forma permanente nuevas zonas del territorio palestino. Los más de 350 muertos -58 de ellos en la madrugada de este sábado- que fuentes sanitarias palestinas denuncian en el enclave, han sido, como se temía, el preludio de esa nueva operación terrestre bautizada, como es costumbre en Israel, con un nombre de resonancias bíblicas: Los carros de Gedeón.

El anuncio, divulgado en la cuenta de Telegram del ejército, asegura que, “durante las últimas 24 horas”, el ejército israelí “ha lanzado ataques extensivos y movilizado fuerzas para apoderarse de áreas controladas en la Franja de Gaza, como parte de los movimientos iniciales de la operación Carros de Gedeón y la expansión de la campaña en Gaza, para lograr todos los objetivos de la guerra».

Esos objetivos son, recoge el comunicado, “la liberación de rehenes y el desmantelamiento de la organización terrorista Hamás”.

La nueva operación que confirma el comunicado militar de esta madrugada es la que el gabinete de seguridad israelí anunció el pasado día 5 para expandir progresivamente la ofensiva en Gaza hasta ocupar nuevos territorios sin vuelta atrás. Esta nueva invasión terrestre supone un salto cualitativo, como explicó entonces el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que aseguro que su ejército abandonará “el método de incursiones” para pasar “al de la conquista de territorios y la permanencia en ellos”.

El viernes, horas antes de Trump concluyera una gira por Oriente Próximo de la que Israel ha quedado excluido, los tanques israelíes empezaron a avanzar en tres puntos del área septentrional de Gaza: el este de Yabalia, el norte de Beit Lahia y una tercera zona en el noroeste de la Franja. Esas dos localidades, Yabalia —especialmente su campo de refugiados— y Beit Lahia habían concentrado buena parte de los bombardeos de esa jornada, que también golpearon otras zonas de la Franja.

Cuatro de esos tanques rodearon y atacaron una escuela en Beit Lahia, convertida en refugio para decenas de familias desplazadas, informaron fuentes locales a Efe.

El avance de esta nueva invasión está siendo rápido, según fuentes palestinas, por el pequeño —poco más de 40 kilómetros cuadrados— y arrasado territorio palestino. Este sábado de madrugada, los vehículos blindados israelíes avanzaban ya hacia Deir al Balah, en el centro de la Franja. Su avance iba acompañado del estruendo de unos bombardeos sin tregua, sobre todo en el norte. Las fuentes han informado de nuevos ataques esta noche en el campo de refugiados de Yabalia y contra dos hospitales, el Awda, en esa misma localidad septentrional, y el Hospital Indonesio, en Beit Lahia.

“Desde medianoche, hemos recibido 58 mártires [fallecidos], mientras que un gran número de víctimas permanecen bajo los escombros. La situación dentro del hospital es catastrófica”, ha dicho esta mañana Marwan al Sultan, director del Hospital Indonesio. Los ataques israelíes de las últimas 24 horas han matado en total al menos a 146 personas, han dicho fuentes palestinas este sábado.

Esta nueva operación militar conlleva una de las pesadillas recurrentes de los gazatíes: un nuevo desplazamiento masivo a la que se verán forzados en medio de una situación humanitaria especialmente catastrófica. La población de la Franja se asoma a la hambruna cuando han transcurrido ya más de dos meses y medio desde que Israel cerrara a cal a canto la frontera impidiendo totalmente la entrada de ayuda humanitaria. Ese bloqueo incluye la comida, los suministros médicos y otras mercancías vitales sin las cuales “estamos presenciando en tiempo real, la creación de las condiciones necesarias para la erradicación de la vida palestina en Gaza, afirma Médicos sin Fronteras (MSF) en un comunicado.

Cuando los muertos superaban ya el centenar este viernes, según la Defensa Civil del territorio, bien entrada la tarde, el ejército israelí empezó a lanzar octavillas sobre varios vecindarios de Beit Lahia, dos escuelas que albergaban a desplazados y un sector del campo de refugiados de Yabalia.

“A todos los presentes en esta zona, esté usted en un refugio, una tienda de campaña o un edificio, se encuentra en una peligrosa zona de combate, por lo que corre riesgo su seguridad”, rezaba un texto que terminaba sentenciando a esos habitantes a acatar una enésima orden de desalojo. “Diríjanse inmediatamente al sur”, decía el texto en árabe.

Este sábado también han llovido octavillas, esta vez en el centro de Gaza, en Deir al Balah, según han denunciado palestinos del enclave en sus redes sociales. En ellas, se cita al Corán: “Dios el exaltado dijo: ‘Entonces revelamos a Moisés: golpea el mar con tu bastón, y se partió, cada lado como una alta montaña”.

Esa frase va seguida de otra que fuentes palestinas han descrito como parte de una guerra psicológica: “Residentes de Gaza, el ejército israelí está llegando”. La mayoría de los al menos 350 gazatíes que han perecido bajo las bombas israelíes en los tres últimos días eran mujeres y niños.

“Presión”

Según publica el diario israelí Haaretz este sábado, fuentes militares israelíes han descrito los bombardeos de los últimos días en Gaza como una forma para aumentar “la presión [sobre Hamás] en el marco de las negociaciones para un acuerdo de liberación de los rehenes”. De fracasar esas negociaciones, advirtieron esas fuentes, eso desencadenará el lanzamiento de esta nueva operación terrestre que, en realidad, ya está en curso, confirma el comunicado castrense de esta madrugada.

Las negociaciones transcurren desde el martes en Doha entre Israel y Hamás, en teoría para tratar de alcanzar un alto el fuego. De ellas no ha trascendido prácticamente nada pero, sin embargo, el mandato de la delegación enviada a la capital catarí por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es tan limitado que la posibilidad de un acuerdo se antoja remota. Netanyahu ha reiterado esta semana que incluso si Hamás liberara a los 58 rehenes aún en su poder-la mayoría, ya cadáveres- de los 251 que tomó el 7 de octubre de 2023, no piensa detener la guerra hasta lograr una “victoria total” sobre el movimiento islamista palestino.

El Ejecutivo israelí, el más derechista de la historia del país, insiste en negociar solo la entrega de rehenes por parte de Hamás a cambio de una tregua de 45 días que, en ningún caso, abriría la puerta a la paz ni a la retirada de sus tropas de la Franja, como reclama el movimiento palestino.

Este viernes, Hamás acusó al primer ministro israelí de “seguir cometiendo un genocidio” en Gaza por “la creciente masacre de la ocupación [como suele referirse a Israel] contra civiles”, según un comunicado difundido en Telegram.

Los bombardeos israelíes que han golpeado Gaza desde el martes han añadido mientras tanto al menos 350 nombres a una lista de muertos de las autoridades sanitarias de la Franja que asciende ya a más de 53.300. Los ataques de esta semana han convertido los últimos días en los más mortíferos desde que Israel rompiera unilateralmente el último alto el fuego el 18 de marzo, precisamente para no tener que negociar el final de su ofensiva en Gaza. Ello a pesar de que la segunda fase de la tregua que se negó a discutir implicaba la liberación de los rehenes.

Un plan militarizado

Los planes de la nueva invasión terrestre en Gaza se presentaron al mismo tiempo que Israel y Estados Unidos desvelaban un polémico plan para militarizar la ayuda humanitaria, cuyo paso previo es el desplazamiento de casi todos los gazatíes hasta el sur de la ciudad de Jan Yunis.

Según ese proyecto, los soldados israelíes controlarán con datos biométricos a los palestinos que se acerquen a cuatro puntos de distribución de ayuda establecidos por una turbia organización privada, la Gaza Humanitarian Foundation, que ya ha anunciado que empezará a trabajar en la Franja a finales de este mes. Esa organización repartirá un mínimo de ayuda bajo la supervisión del ejército israelí y de contratistas privados de seguridad de EE UU; es decir, de mercenarios.

Tanto la ONU como las ONG se han opuesto rotundamente a ese proyecto y que solo recoge la entrada en Gaza de 60 camiones con alimentos al día, el 10% de los que penetraron en el territorio durante la tregua, algo insuficiente ya entonces y aún más ahora. La cadena británica BBC publicó el jueves imágenes por satélite que muestran que ya se están construyendo los puntos de distribución que prevé Israel para repartir esa ayuda que, además, se calcula que solo llegará a 1,2 millones de los 2,1 millones de palestinos de Gaza.



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