El Atlético aterrizó melancólico en Pamplona y Antoine Griezmann, su jugador más lúcido, empezó el partido sentado en el banquillo con cara de poeta maldito. Conseguida la plaza de Champions, el equipo se ha quedado sin alicientes. Tampoco lo entusiasma jugar un partido de fútbol en una tibia tarde de mayo, algo que sí parece emocionar a los muchachos de Osasuna, ilusionados con ser octavos para ir a la Conference League.

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Sergio Herrera, Juan Cruz (Abel Bretones, min. 80), Enzo Boyomo, Jesús Areso, Alejandro Catena, Aimar Oroz (Moi Gómez, min. 87), Lucas Torró, Bryan Zaragoza (Iker Muñoz, min. 71), Rubén Peña (Kike Barja, min. 59), Pablo Ibáñez (Jon Moncayola, min. 70) y Ante Budimir (Raúl García, min. 87)

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Jan Oblak, Javi Galán (César Azpilicueta, min. 45), Robin Le Normand, José María Giménez, Marcos Llorente, Koke (Ángel Correa, min. 63), Giuliano Simeone (Samuel Lino, min. 45), Rodrigo De Paul, Pablo Barrios (Nahuel Molina, min. 51), Julián Alvarez (Antoine Griezmann, min. 63) y Alexander Sørloth (Conor Gallagher, min. 66)

Goles
1-0 min. 24: Catena. 2-0 min. 81: Ante Budimir

Arbitro Mario Melero López

Tarjetas amarillas
De Paul (min. 24), Pablo Ibáñez (min. 39)

Osasuna juega en largo, divide y presiona. El Atlético espera primero, se lo piensa, y a veces presiona. El ciclo se repite. Osasuna sale con Catena y al audaz madrileño no le da la gana meter el pelotazo, el Atlético vacila y cuando sube a presionar suele ser tarde. Torró, Aimar y Rubén Peña ya controlan el balón en campo visitante. Entonces repliega el Atlético, disciplinado y riguroso como una cuadrilla de peritos del Ministerio de Industria que acelera el paso con la esperanza puesta en el puente de San Isidro. Los jugadores cumplen pero no parecen convencidos. Les falta pasión, tal vez porque la Liga ya no ofrece más estímulos que la proximidad del final, a solo dos jornadas de distancia. No es poco.

El programa de Simeone presupone que el bloque medio-bajo —los jugadores formados en dos líneas de cuatro con dos delanteros cerrando líneas de pase— garantiza una estructura infranqueable si cada uno cumple con su papel. La realidad de la competición demuestra que hace falta más que cumplir con los protocolos. Es necesario hacerlo con devoción. Se requiere comprometer el alma. Y es probable que los futbolistas de esta generación, los Sorloth, los Barrios, los Álvarez y los De Paul, no estén tan dispuestos espiritualmente a entregar sus carreras profesionales a la causa del fútbol acantonado. Los jóvenes son impacientes. Quieren perseguir la pelota más cerca del arco contrario. Quieren hacer lo que hicieron los “rojos”, como se autodenominan los jugadores de Osasuna en sus arengas de vestuario. “¡Vamos rojos!”, gritan. Y fueron.

Corría el minuto 25 y a fuerza de salir porque no lo presionaban con decisión, los jugadores de Osasuna se metieron en campo rival con la pelota controlada. De Paul midió mal. Budimir cayó al suelo. El árbitro pitó falta y Osasuna montó un campamento base. Cayó un centro sobre el área del Atlético, lo despejó Sorloth a córner, y a la segunda el atrevido Catena le ganó el duelo al impetuoso Llorente. Saltó más el mostoleño y practicó un cabezazo pleno, hermoso, para incrustar la pelota a la red. Oblak, que persigue su sexto premio Zamora, distinción que se entrega al portero menos goleado del campeonato, vio pasar el misil fuera de su alcance. Fue el gol 28 que le hacían este curso. Eso son dos más que los que lleva encajados Unai Simón, su contrincante singular. Estos son los pequeños premios que le quedan al Atlético por perseguir.

Simeone intenta provocar una reacción después del descanso. Quita a Gio, a Barrios, a Galán, a Koke, a Julián… Mete a Lino, a Griezmann, a Nahuel… Pide atacar. Pero el espíritu de resistencia se ha instalado en el corazón del equipo y el cambio de registro solo se traduce en lentas evoluciones de De Paul pensando a quién pasarle la pelota. Solo Griezmann propone claridad, pero está solo y llega muy tarde, y el tiempo pasa hasta que pasan 80 minutos y Osasuna divide otro balón en campo rival, lo gana Boyono, recibe Kike en la banda y su centro lo conecta Budimir. El croata se anticipa a Le Normand y cabecea el 2-0. Una felicidad merecida que coloca a Osasuna en el umbral de la séptima participación de su historia en competiciones europeas.



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