Un gol de Jordán de penalti, tras el único error de Mamardashvili después de una actuación impecable, le dio tres puntos casi decisivos al Alavés para seguir una temporada más en la máxima categoría, frente a un Valencia que con casi todo hecho ya, solo reaccionó después de encajar el tanto. En un cuarto de hora no pudo arreglar lo que antes no intentó. Con la victoria alavesista, la Unión Deportiva Las Palmas desciende matemáticamente a Segunda División.

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Antonio Sivera, Facundo Garcés, Manu Sánchez, Santiago Mouriño, Nahuel Tenaglia, Antonio Blanco (Carlos Benavídez, min. 83), Jon Guridi (Joan Jordán, min. 64), Ander Guevara, Carlos Vicente, Carles Aleñá (Tomás Conechny, min. 89) y Kike García (Toni Martínez, min. 89)

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Giorgi Mamardashvili, César Tárrega, José Gayà, Cristhian Mosquera, Mouctar Diakhaby (Sergi Canós, min. 83), Enzo Barrenechea, Diego López (Iván Jaime, min. 64), Pepelu, Luis Rioja (Fran Pérez, min. 77), Rafa Mir (Max Aarons, min. 83) y Hugo Duro (Umar Sadiq, min. 64)

Goles
1-0 min. 78: Joan Jordán

Arbitro Jesús Gil Manzano

Tarjetas amarillas
Hugo Duro (min. 40), Facundo Garcés (min. 68), Mamardashvili (min. 74), Carlos Benavídez (min. 91), Santiago Mouriño (min. 93), Joan Jordán (min. 95), Maximillian Aarons (min. 96)

El Alavés, en estado de necesidad, con el abismo cerca de sus pies, acusó los nervios de esa situación delicada en unos primeros minutos en los que el protagonismo lo tuvo Luis Rioja, que fue ocupante de la banda en Mendizorroza y ahora cumple esa misma función en Mestalla. Tres llegadas consecutivas del hábil exterior del Valencia crearon cierta inquietud en la zaga del equipo vitoriano, pero no fueron a más, porque se sacudió la responsabilidad el Alavés, decidió que el partido debía ser suyo y convirtió a otro jugador del equipo visitante, Mamardashvili, en el héroe de la primera parte.

Contra el portero georgiano se estrelló toda la ofensiva del Alavés, que le probó por arriba y por abajo. Con su equipo superado por la presión de los albiazules, se lució primero en un remate desde muy cerca y hacia debajo de Guridi tras un saque de esquina. Siguió con su recital, sin una nota desafinada, deteniendo en dos tiempos un disparo duro de Tenaglia. Luego estuvo brillante en un saque de falta que tocó en corto Carlos Vicente y con el que Aleñá buscaba la escuadra.

No se tuvo que emplear Mamardashvili solo con la artillería del Alavés, sino también con el fuego amigo, porque a la media hora mandó a córner un remate de Diakhaby en propia puerta que se colaba. Ya en los últimos minutos del primer parcial, neutralizó dos acciones casi consecutivas de Carlos Vicente, la primera en un remate desde fuera del área y después un centro desde la banda que se fue envenenando hacia la portería.

Hecho un coloso, el portero del Valencia fue el sostén de su equipo, porque no le funcionaba en absoluto la salida desde atrás a causa de la feroz presión de los jugadores del Alavés, solidarios en el esfuerzo, conscientes de que la clasificación no engaña y el abismo quedaba cerca. Guevara atemperaba en medio campo el juego de su equipo, evitando precipitaciones y pérdidas, y en el equipo de Carlos Corberán, solo las incursiones de Rioja por la banda derecha causaban desasosiego en la zaga vitoriana, que a pesar de tantos intentos sobre la portería de Mamardashvili acabaron frustrados por no haber podido anotar en los primeros 45 minutos.

Pero ese empuje ordenado de la primera parte se convirtió en un partido caótico en la segunda. Confundieron el hambre con las ganas de comer los futbolistas del Alavés, y con el barullo del medio campo, las llegadas al área rival se redujeron a la mínima expresión. Sin demasiada profundidad, el Valencia fue cogiendo un poco más de solidez y ya no se dejaba sorprender tanto al principio. Después de su extraordinario rendimiento de los primeros 45 minutos, Mamardashvili se pudo tomar un descanso.

Coudet intervino para poner un poco de cordura en la medular. Colocó a Jordán para dirigir las operaciones y volver a refundar al equipo con sus ideas originales. Al tiempo, el Valencia puso a Sadiq como amenaza para los centrales del Alavés.

Pero en el minuto 75, el héroe del Valencia se convirtió en villano. Cometió el único error de toda la tarde, pero que, como suele suceder con los porteros, resultó fatal. Justo en el minuto 75, salió a despejar de puños un saque de esquina, pero no tocó la pelota, y al bajar el brazo le dio un manotazo a Mouriño, que había ido a disputar el salto. Gil Manzano señaló penalti. Sin embargo, el encargado del VAR, Hernández Maeso, llamó a su puerta. Acudió el árbitro a la pantalla, con los jugadores del Valencia detrás, diciendo que no y los del Alavés, echándole el aliento en el cuello y gritando que sí. El fútbol se ve distinto desde cada bando. Para alivio local, no cambió su decisión. Jordán transformó el penalti y multiplicó por diez las esperanzas del Alavés de seguir en Primera División.

Cuando después de quince minutos de angustia con el Valencia volcado, intentando lo que no había hecho antes, y el equipo vitoriano defendiéndose con todo, el árbitro señaló el final del partido, un grito de alivio al unísono atronó en Mendizorroza. El Alavés seguirá peleando, pero ahora con un margen de cuatro puntos a falta de dos partidos para que termine el campeonato.



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