Muy simbólico ese brinco de Jaume Munar, felizmente en los octavos de Roma después de apear a Sebastian Korda (6-4 y 6-2, en 1h 27m) y aspirante a ejecutar un importante salto, el que le permitiría romper por primera vez la barrera de los cincuenta mejores del circuito. Se le resiste al mallorquín, pero continúa haciendo acopio de méritos y lo tiene cerca, virtualmente a solo cinco peldaños. El triunfo contra el estadounidense le impulsa otra vez y le sitúa ante un reto llamado Casper Ruud, su rival en la escala de este martes (no antes de las 20.30, Movistar+), en la que también figura el nombre de Carlos Alcaraz, citado a primera hora (11.00) con el ruso Karen Khachanov.
Si para el murciano la presencia responde a lo rutinario, para él, currante de manual, no deja de ser una excepcionalidad. Se trata de la segunda vez que llega tan lejos en un Masters 1000, después de que lo hiciera hace dos años en Madrid. Así que sonríe, festeja y arma el puño, deseoso de romper su techo y afianzar el decidido trabajo de las dos últimas temporadas, en las que se propuso ser un tenista más vertical, más incisivo, más directo. Menos conformista. Simple y llanamente: adaptación. Podría estirar el chicle y acomodarse en esa zona de confort, entre el 70 y el 100, pero busca un giro de tuerca ahora que su carrera ya ha entrado en la interesante madurez de los 28 años.
Corroboran el crecimiento los resultados y el juego, a lo que se añade un dato muy ilustrativo. Si en los dos últimos ejercicios solo consiguió rubricar dos victorias frente a rivales del top-30, en 17 partidos, este año ya suma seis en nueve compromisos. En el Foro Itálico han sucumbido dos, ambos estadounidenses, de Ben Shelton (13º) al espigado Korda (23º). Enfrente de ellos, una roca, tan solo ocho errores en ambos casos. “Quizá no ha sido un gran partido a nivel tenístico, pero me he mantenido concentrado cuando lo necesitaba”, aprecia al balear, criado en la escuela manacorí de Rafael Nadal y cada vez más asentado en la zona intermedia de la élite. Aspirante a más.
El primer trimestre fue esperanzador para él, con las semifinales de Hong Kong y Dallas, pero al llegar la estación de la arcilla perdió fuelle; cayó en las primeras rondas en Marrakech, Montecarlo y Madrid, y en la segunda de Barcelona. Paradójico, teniendo en cuenta que se crio profesionalmente sobre arena. “Me estaba costando mucho en tierra, pero vine aquí con expectativas muy bajas, y tal vez eso me haya funcionado”, apunta. El caso es que sufrió de lo lindo para sortear el estreno ante el chileno Tomás Barrios, pero ante Shelton y Korda recuperó la chispa. Desde el repliegue, seguramente no como a él le gustaría. Pero nutrientes, al fin y al cabo.
Sinner, adelante
“He conseguido estar muy sólido, jugar profundo e impedir que ellos [41 y 34 errores no forzados, respectivamente] estuvieran cómodos y pudieran dominarme. Está siendo clave la gestión emocional de los momentos importantes de cada partido”, precisa tras lograr el pase, ya con Ruud a la vista. El noruego, reciente ganador de Madrid y séptimo del mundo, le apeó precisamente en Melbourne y llegará fresco, al haberse beneficiado del abandono de Matteo Berrettini, zancadilleado por su propio físico. En cualquier caso, promete batalla Munar, que este curso ha vencido a jugadores de talla como Davidovich, Musseti, Arnaldi, Medvedev o Tiafoe, amén de los que se han inclinado estos días en Roma.
Finalista júnior de Roland Garros en 2014, su límite es el puesto 52 que alcanzó en 2019 y en el vestuario se habla de un espíritu irreductible, con el afán constante por mejorar. En febrero debutó en el equipo nacional de la Copa Davis —con acierto en el dobles frente a Suiza, de la mano de Pedro Martínez— y continúa ahora dando pasos, cortos pero firmes. Sin apenas margen para el descanso, este martes volverá a saltar a la pista, del mismo modo que lo hará Alcaraz y también Jannik Sinner. El número uno, de vuelta tras cumplir su sanción por dopaje, batió a Jesper de Jong (6-4 y 6-2) y se encontrará con el argentino Francisco Cerúndolo (6-2 y 6-4 a Sebastian Ofner).
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