Una semana después del arranque oficial, este lunes ha empezado, ya sí, el juicio por el que Sean Combs (cantante conocido como Diddy o Puff Daddy) enfrenta cinco delitos de tráfico sexual, asociación ilícita y transporte para ejercer la prostitución y unos 50 años de cárcel. Durante la semana pasada se realizó la elección del jurado, una tarea compleja que ha acabado este lunes, con la elección de las 12 personas (ocho hombres y cuatro mujeres de entre 30 y 70 años, más seis suplentes) que tendrán que decidir acerca de la culpabilidad de Combs. Tras ello, han empezado los cruces verbales entre la fiscalía y los abogados defensores del músico y han aparecido los primeros testigos.
La expectación por el juicio es máxima, y la prensa estadounidense está siguiendo las novedades al minuto. A primera hora de la mañana, había caos y filas de curiosos a la puerta de la corte, la llamada Daniel Patrick Moynihan, en Manhattan. Los presentes han podido ver entrar a familiares del empresario, como su madre y algunos de sus hijos (tiene siete, la mayoría ya mayores de edad), a fiscales y a abogados. No se ha visto a Combs, pero los reporteros que están dentro de la sala afirman que está tranquilo. Vestido con un jersey gris, a ratos toma notas en varios cuadernos, ha saludado a algunas personas que ha reconocido entre el público y está leyendo, en ocasiones, la Biblia. Durante los testimonios de los dos testigos del día ha estado tenso.
El lunes ha sido el día en el que, primero la fiscalía y después los abogados, han expuesto sus alegatos sobre las acusaciones contra Combs; hoy se ha sabido que hay cuatro víctimas, llamadas simplemente 1, 2, 3 y 4 en los documentos. Del lado de la fiscalía, liderados por Jay Clayton, flamante fiscal del distrito, Maurene Comey es la fiscal principal y la que más experiencia tiene. Ya trabajó en los juicios contra Jeffrey Epstein y su madame, Ghislaine Maxwell. Pero ha sido otra de las fiscales, Emily Johnson, quien ha realizado el duro alegato inicial. Ha afirmado que Combs, además de músico, era el responsable de crímenes claramente estructurados. “Para el público, era Puff Daddy o Diddy”, ha relatado la fiscal, “un icono cultural, un enorme hombre de negocios. Pero había otro lado de él, un lado que dirigía una empresa criminal”.

“Durante este juicio van a escuchar el relato de 20 años de crímenes por parte del acusado”, ha afirmado Johnson. “Pero no lo hizo solo. Tenía un círculo íntimo de guardaespaldas y empleados de alto rango que le ayudaron a cometer delitos y le ayudaron a encubrirlos”, ha explicado, contando cómo a menudo le gustaba ser tratado e incluso llamado “como un rey”, logrando todo lo que quería, de mujeres y drogas a esas fiestas con orgías y violaciones llamadas freaks-off.
Johnson ha hablado de una de las protagonistas del juicio, Casandra Ventura, cantante conocida como Cassie y que fue novia del artista de manera intermitente durante una década. Ella fue la primera en denunciarle, en noviembre de 2023, aunque retiró la demanda un día después tras llegar a un acuerdo extrajudicial. Pero la fiscalía ha seguido tirando del hilo.
“Van a escuchar el relato de 20 años de crímenes por parte del acusado. Pero no lo hizo solo. Tenía un círculo íntimo de guardaespaldas y empleados de alto rango que le ayudaron a cometer delitos y le ayudaron a encubrirlos”.
Emily Johnson, fiscal en el caso contra Sean Combs
Cuando se conocieron, ella era una aspirante a modelo de 19 años —tenía 17 menos que él— y Combs le prometió una carrera musical de 10 álbumes; un patrón que se ha repetido después en sus centenares de víctimas. Empezaron a salir en 2005, y la fiscalía ha expuesto que en 2009 él ya abusaba de ella: la fiscal ha contado cómo entonces la tiró en el suelo de un coche y le pisoteó la cara. Y ha puesto otro ejemplo: cuando Combs supo que Ventura estaba empezando a salir con otra persona, despertó a un empleado en plena noche y le dijo que iba a matar a ese hombre. Entraron en su casa pero él no estaba allí, por lo que se fue a por Ventura y le dio una paliza. “Su sustento y seguridad dependían de mantener feliz al acusado”, ha explicado Johnson sobre la dificultad de Ventura para marcharse de esa relación y sobre por qué al principio aceptó participar en esas oscuras fiestas, los freak-offs, aunque no quisiera; él, después, la amenazaba con filtrar vídeos de ella en esas fiestas con prostitutos. “Tenía el poder de arruinar su vida”. Ambos eran, ha dicho, “infieles y celosos”, pero “solo uno tenía poder”.

La fiscalía también ha presentado el caso de una segunda víctima, una mujer a la que han llamado Jane, madre soltera, que empezó a salir con Combs en 2020 y que también aceptó participar en un freak-off pensando que sería algo de una sola vez, aunque pronto vio que era algo recurrente. Siempre le pedía al cantante que usara preservativo, a lo que él se negaba. En una ocasión, el músico le hizo tomar tantas drogas que acabó vomitando, y él la conminó a darse prisa para volver y seguir con su prostituto. Trató de asfixiarla agarrándola del cuello, y le dejó moratones en la cara de sus golpes. Además, también la amenazó con vídeos y la controlaba económicamente, pagándole el alquiler.
Un tercer caso, de una mujer llamada bajo el seudónimo Mia, también ha sido expuesto. Al parecer, es una antigua trabajadora que también fue violada por Combs, que la obligó a practicarle sexo oral y metiéndose en su cama y “penetrándola contra su voluntad”, según la fiscal. Algo que demuestra que también en su círculo laboral cometía esos crímenes. Han acompañado los tres testimonios de vídeos, mensajes y pruebas.
50 minutos de alegato
Las fiscales se han adelantado a la defensa: “Este caso no trata sobre las preferencias sexuales privadas de un famoso”, han dicho. Sabían bien por dónde iban a ir Marc Agnifilo y Teny Geragos —hija del también conocido abogado Mark Geragos, que entre otros lleva el caso de los hermanos Menéndez—, los defensores de Combs. En su alegato de 50 minutos han presentado el caso como algo que se ha exagerado en lo público cuando se trata de una cuestión privada. Además, han querido pintar a las víctimas como mujeres que sabían lo que hacían y que ahora solo buscan dinero.

“Este caso es sobre la vida sexual privada y personal de Sean Combs, que nada tiene que ver con sus negocios legales”, ha asegurado la letrada, admitiendo que Combs puede ser violento y tener problemas de ira, consumir drogas e incluso caer mal, pero que no es culpable de esas acusaciones. “Se puede pensar de él que es un capullo, que es malo. Pero sus acusaciones no son por ser un capullo o malvado. Se le acusa de crimen organizado”. Para ella, sus relaciones eran “tríos consentidos entre adultos” y no abusos sexuales como cientos de víctimas han relatado.
Además, ha retratado a las víctimas como mujeres “fuertes, capaces y enamoradas de él” y que mantuvieron relaciones consentidas con Combs. “Participar de manera voluntaria en tu propia vida sexual no es tráfico sexual”, ha insistido Geragos. “Las pruebas van a demostrar una relación tóxica y disfuncional entre dos adultos”, ha reconocido ante el jurado. “Pueden pensar que era un mal novio. Pero las pruebas les mostrarán a mujeres fuertes, comprometidas voluntariamente en su relación. Y eso no es tráfico sexual”. Y ha rematado: “Cuando esas personas testifiquen, pregúntense el porqué. Para muchas de ellas, la respuesta es el dinero”.
“Pueden pensar que era un mal novio. Pero las pruebas les mostrarán a mujeres fuertes, comprometidas voluntariamente en su relación. Y eso no es tráfico sexual”
Teny Geragos, abogada defensora de Sean Combs
Lo que sí han reconocido es que hubo violencia machista, “algo que es un problema legal y malo”, ha afirmado Geragos. “Asumimos toda la responsabilidad de que haya habido violencia doméstica en este caso”, ha asegurado, sin poder negar las imágenes del vídeo de seguridad de un hotel, similares a las que filtró hace ahora un año la cadena CNN, donde Combs persigue, arrastra y pega a Cassie por los pasillos de un hotel en Los Ángeles, en 2016. “El vídeo es una prueba abrumadora de violencia doméstica”, ha dicho Geragos, “pero es una prueba abrumadora de que esta violencia doméstica es a causa de un teléfono [que Ventura trató de usar en el pasillo del hotel], y no por tráfico sexual.”
Tras los alegatos, el juez ha dado a los testigos una hora de pausa para el almuerzo —el juzgado les provee tanto de desayuno como de comida— y, a la vuelta, la fiscalía ha presentado al primer testigo. Se trata de Israel Florez, un agente de policía de Los Ángeles que era guardia de seguridad en 2016 en el hotel Intercontinental californiano, donde tuvo lugar ese incidente. Según la investigación, Combs compró las grabaciones y el silencio de la seguridad por 100.000 dólares. El jurado ha visto el vídeo pero a menor velocidad que el de la CNN. Durante el exhaustivo proceso para formar parte del juicio, algunos de los miembros habían contado que ya habían visto dicho metraje, pero no ha sido óbice para descartarles.
Florez ha contado que efectivamente ese día subió a la sexta planta, donde tuvo lugar el incidente, y vio “a una mujer en apuros” con un ojo morado que le dijo que quería coger su bolso y marcharse; a Combs sentado, envuelto en una toalla y “con una mirada diabólica”, pero no le pareció borracho ni drogado; y un jarrón roto en el suelo. Combs le ofreció una gran cantidad de efectivo en lo que él entendió que era un chantaje en toda regla: “Me estaba diciendo: ‘No se lo cuentes a nadie”. Ella se marchó en un coche de alta gama y uno de los responsables del hotel subió a “recordarle las reglas del hotel” a Combs, que se enfadó y le cogió el teléfono, pensando que le estaba grabando. Florez ha explicado que no avisaron a la policía porque Ventura no quería responder a preguntas, solo marcharse.

Tras Florez, la fiscalía ha presentado un segundo testigo, un hombre llamado Daniel Phillip que ha explicado que en 2012 o 2013 recibió dinero para ser estríper en una supuesta fiesta de un hotel de Manhattan y que aquello acabó en varios encuentros con él como prostituto. Según Phillip, fue Ventura quien le recibió en ropa interior y le pagó, explicándole que quería hacer “algo especial” con su pareja, sin decirle que era Combs. Cuando él llegó, llevaba gorra y un pañuelo en la cara, y le dijo que se dedicaba a negocios de importación, pero pudo reconocerle. Después, la situación fue a más y le pidió mantener relaciones sexuales con Casandra Ventura en presencia de Combs. Tuvieron varios encuentros —él ha contado que los grabó un par de veces— por los que recibió entre 700 y 6.000 dólares, y recuerda en alguna ocasión gritos y golpes de Combs a Ventura. De hecho, afirma que volvía a esos encuentros preocupado por si la cantante estaba bien y para comprobar su estado. Si no llamó a las autoridades fue porque vio a Combs como “alguien con poder ilimitado”: “Lo más probable es que, aunque fuera a la policía, acabara perdiendo la vida”.
El testimonio de Phillip ha sido muy explícito: Combs le dio instrucciones muy específicas sobre cómo mantener las relaciones sexuales con Ventura, le pidió que usara aceite corporal —la investigación de la fiscalía encontró cientos de botellas en casa de Combs— y se sentó en una esquina a masturbarse. El jurado ha sido preguntado acerca de si se veían capaces de escuchar testimonios así, y algunos han dicho que no. De hecho, las tres hijas del acusado han salido de la sala durante el mismo.
El juicio no ha hecho más que empezar y se espera que se alargue durante alrededor de unas ocho semanas, hasta principios o mediados de julio. Se celebrará, si nada cambia, durante todos los días entre semana. Los 12 miembros del jurado tomarán notas en cuadernos numerados que entregarán al final del día a las autoridades judiciales. Ellos decidirán si Combs es culpable de los cinco delitos de los que se le acusa.
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