El cardenal Pedro Barreto (Lima, 81 años) es una de las voces más escuchadas de la Iglesia peruana. Participó de las reuniones previas en las que se decidió el perfil que debía tener el sucesor de Francisco. No pudo votar por tener más de 80 años, pero revela que ya desde el precónclave quedó claro que los progresistas eran mayoría. Jesuita como Bergoglio, asegura que Prevost dará continuidad a las reformas iniciadas por su predecesor. Destaca el trabajo de Prevost en las investigaciones por los abusos sexuales contra miembros del Sodalicio para la Vida, ya disuelto, y cómo ello le ganó enemigos entre los sectores más conservadores. “Prevost es un hombre de mucha fortaleza espiritual que no entra a la contienda, sino que procede según su conciencia y con firmeza”, asegura Barreto en esta entrevista realizada por teléfono desde la ciudad de Tacna, en el sur de Perú.
Pregunta. Usted participó como cardenal de las discusiones previas al cónclave que terminó con la elección de Prevost. ¿Cómo fueron esos intercambios?
Respuesta. He estado en seis de las doce sesiones precónclave. En esas reuniones se delineó el perfil del nuevo Papa. Cuando yo salí, faltaban tres o cuatro sesiones y ya se perfilaba la continuidad del proceso de reforma que el papa Francisco había iniciado. Cuando terminaron estas sesiones, se precisaron algunos aspectos muy puntuales. Por ejemplo, que esa continuidad significaba la lucha contra los abusos, la transparencia económica, la reforma de la curia romana, la sinodalidad como una propuesta para la Iglesia, la construcción de la paz, el cuidado de la vida humana y hacer frente a los efectos del cambio climático.
P. ¿Hubo dentro lo que fuera parecía una gran pelea entre conservadores y progresistas?
R. Dentro hubo ciertas diferencias, pero no era tanto como el barullo que había afuera. El barullo de afuera era malintencionado.
P. ¿En qué sentido?
R. En ir en contra de Francisco, del proceso que había iniciado y del Concilio Vaticano II. Porque Francisco no inventó nada, sino que puso en práctica lo que soñaron San Juan XXII y San Pablo VI con el Concilio Vaticano II.
P. ¿En algún momento sintió que el nombre para llevar adelante la misión era el de Prevost?
R. Estaba prohibido hablar de nombres, pero yo, personalmente, después de escuchar, puse cuatro o cinco candidatos posibles y Prevost era uno de ellos. No pensaba que tuviese posibilidades porque ya había un papa latinoamericano y Prevost fue obispo del Perú. Yo decía ‘sí, es un perfil muy interesante, pero no creo que otro latinoamericano tenga posibilidades‘. Cuando sale nombrado, no lo podía creer.
P. Hay quien piensa que Francisco dejó todo amarrado para que Prevost sea su sucesor.
R. Acabo de escuchar un menaje que me envió un argentino muy cercano. Me dice ‘Pedro, te acordarás que fuimos en junio pasado a Roma, estuvimos con el papa Francisco y yo entré antes’. Antes de entrar a la reunión, mi amigo le preguntó a Francisco que le parecía el cardenal Prevost como sucesor. Y Francisco le respondió: ‘Es mi candidato’. Me ha hecho sentir una alegría, porque ahora sé que en el cielo Francisco está gozando.

P. ¿Cómo fue el trabajo de Prevost en Perú?
R. Llegó muy joven como sacerdote agustino a trabajar en la diócesis de Chulucana, como vicario parroquial. Trabajó en el campo y luego fue enviado a Trujillo como profesor del seminario. Ahí fue elegido superior General de los Agustinos y estuvo 12 años. Francisco tuvo paciencia, porque al término de esos 12 años de inmediato lo nombró administrador apostólico de Chiclayo. Cuando se nacionaliza peruano, Francisco lo confirma como obispo de Chiclayo. Allí tuvo que enfrentar dos situaciones muy graves: la pandemia y las inundaciones y él estuvo muy activo como pastor. Había una confianza mutua: Francisco confiaba en Prevost y Prevost confiaba en Francisco.
P. Hay una foto icónica de la pandemia que muestra a Francisco caminando solo por la plaza San Pedro. Y hay otra de Prevost en Chiclayo en una peregrinación por las calles. ¿El mensaje era el mismo?
R. El mensaje es que Dios está por encima de esos avatares y hay esperanza.
P. Pero también es una acción política…
R. Es política en el sentido de la mejor política, la de buscar el bien común, el caminar juntos.
P. Prevost fue muy duro con Fujimori en 2017, exigiéndole públicamente que pidiese perdón a las víctimas del terrorismo de Estado ¿Recuerda por qué tomó esa decisión, pese a ser tan reservado?
R. Porque se dio cuenta de que como peruano, porque ya tenía la nacionalidad, podía hablar con mucha libertad y decir que no estaba de acuerdo con el indulto a un sentenciado por delitos de lesa humanidad.
P. ¿Tuvo algún costo para él?
R. Fue atacado. Hay además otra vertiente, porque cuando era obispo de Chiclayo era presidente de la comisión contra los abusos. Las víctimas en el Perú han saltado de alegría con su elección.
P. ¿Su papel en esa comisión le ha traído problemas?
R. Muchos, porque él aquí ha sido muy silencioso. No habla mucho, pero escucha mucho, esa es su personalidad. Y es muy firme. Y aquí le han achacado que apoyó a Francisco en el cierre del Sodalicio de Vida Cristina [un grupo de ultraderecha acusado de violaciones y abusos sexuales contra sus miembros].
P. Y ha sido así…
R. Por supuesto, porque como presidente de la comisión ha tenido que hablar a conciencia con el Francisco sobre esto.
P. ¿Ha dejado heridas abiertas en el Episcopado el caso del Sodalicio?
R. No, no ha dejado. Había dos obispos sodálites y uno de ellos renunció hace ocho años; sus razones tendría. A Prevost se le achaca la renuncia del otro, José Antonio Eguren, que era del Sodalicio y del grupo fundador. Era el arzobispo de Piura, con muchos problemas. Esa definición muy clara de Prevost le costó que grupos conservadores, no puedo decir cuáles, maltratados, y aclaro las comillas, por Francisco, lo atacaran por ser el alfil del Papa en ese tema. Hace solo 15 días, volvieron a salir las denuncias. Yo le decía ‘por favor, Roberto, no te amilanes, sigue fuerte como siempre has sido, confía en Dios’. Intuía algo ahí y me alegra habérselo dicho. Y hablando con él en el cónclave le dije que actuara con fortaleza ante las denuncias.
P. ¿Cómo respondía él a eso?
R. En silencio, en silencio… es un hombre de mucha fortaleza espiritual que no entra a la contienda, sino que procede según su conciencia y con firmeza. Y sabe esperar.
P. ¿Por qué en Perú a todos los sacerdotes que se vuelcan al trabajo social se los tilda de rojos?
R. (Se ríe) No solo a los sacerdotes, a mí como cardenal también me lo dicen. Me preguntaron un día cómo me sentía cuando me llamaban un cardenal rojo, rojo como Francisco. Me alegra que me digan eso porque es verdad, yo soy rojo, rojo por la vestimenta. Así me lo tomo. A Jesús le dijeron borracho, coimero, amigo de prostitutas.
P. A Prevost también le cargaron el mote de rojo.
R. Así es. Peron cuando la conciencia está tranquila, la paz y la paciencia está presente. Qué no le decían a Francisco, si hasta rezaron por su muerte.
P. Pero tenía más adeptos de lo que parecía, a juzgar por la elección de Prevost.
R. Hay continuidad. Además, hay que prestar atención al nombre de León. Es el nombre de León XIII, que inició todo lo de la doctrina social y que fue elegido a la misma edad que él, a los 69 años. Pero hay otro motivo, no tan evidente. León es el nombre de fray León de Asís, que era un amigo muy cercano de Francisco de Asís. Y cuando había gravísimos problemas en la orden franciscana, fray León de Asís era su confidente y secretario y lo apoyaba. Esto es un tanto desconocido, que Francisco de Asís y León de Asís eran franciscanos y trabajaban juntos.
P. ¿Cómo estima que salió la votación en el cónclave?
R. Dos tercios indican que ya hay papa, y da la impresión, nunca se sabrá con exactitud, que ha pasado con facilidad los 100 votos. No ha sido raspando.
P. ¿Se puede decir entonces que los cambios de Francisco fueron más profundos de lo que parecían?
R. Así es. Francisco ha estado hasta el último segundo ajustando las tuercas para que no haya una reversión. Algunos querían poner los motores en reversa, pero este ha sido un aterrizaje para seguir volando. Francisco continúa en el tiempo y León XIV continúa lo que inició con tanto esfuerzo Francisco.
P. ¿Cómo queda su relación con Prevost, ahora que es Papa?
R. Le mandé un mensaje hace dos días, después de su elección, y le dije ‘gracias, Roberto, por tu sí a Dios y cuenta con mis oraciones’. Me respondió de inmediato con un ‘gracias, Pedro’. Anoche volvió a escribirme. Le dije que no iba a su toma de posesión, pero sí dentro un mes.
P. ¿Prevost viajará a Perú?
R. Sí, pero no va a ser pronto. Él ahora es consciente de que es el obispo de Roma. Y hay algunos lugares que estoy seguro de que Francisco ha apuntado que hubiese querido visitar, pero no lo ha hecho.
P. Francisco nunca volvió a su país. ¿Se imagina a Prevost en Argentina?
R. Yo creo que Argentina será uno de los primeros lugares que visitará.
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