La elección del cardenal Robert Francis Prevost como Pontífice marca dos hitos: es el primer Papa estadounidense, pero a la vez es el primer obispo de Roma con doble nacionalidad, pues también es peruano. León XIV nació en Chicago, aunque estrechó lazos profundos con Perú hace cuatro décadas. En 1985 fue enviado a la misión agustiniana de Chulucanas, en el norte del país, y en 1988 recaló en la ciudad costeña de Trujillo para dirigir un proyecto de formación.

Prevost tenía 33 años entonces y Perú atravesaba por la crisis inflacionaria que marcó al Gobierno de Alan García y, además, padecía un periodo de violencia a causa del terrorismo. En aquellos días de convulsión, Prevost ejerció como prior de la comunidad, director de formación y maestro de profesos. La década de los noventa fue todavía más compleja. Se instaló el autoritarismo de Alberto Fujimori y se cometieron graves delitos en contra de los derechos humanos.

En 2017, dos días después de que indultase al hoy fallecido autócrata, Prevost, en su calidad de obispo de Chiclayo, sugirió al exmandatario pedir perdón a cada una de las víctimas de su Gobierno. “El expresidente Alberto Fujimori pidió perdón en una forma digamos genérica, casi. Reconociendo solo en términos generales si algunos se han sentido ofendidos. Tal vez, de su parte, sería más eficaz pedir perdón, personalmente, por algunas de las grandes injusticias que fueron cometidas y por las cuales él fue juzgado y sentenciado”, señaló ese año.

Ante las protestas que desató ese indulto, el hoy papa León XIV aseguró: “Hay que dejar de lado las luchas y las discusiones políticas, y buscar cómo podemos sacar adelante el país. Es un tiempo complicado, se siente mucha división, mucho conflicto, muchos se sienten defraudados en este momento. Yo creo que hay que convocar a todos a un proceso de reflexión, de buscar, sí, la verdad, porque, lamentablemente, las mentiras también cuestan”.

“Mi querida diócesis de Chiclayo”

La primera misión de Prevost en suelo peruano concluyó en 1999. Regresó a Estados Unidos porque fue nombrado prior provincial en Chicago. Pero su vínculo con ese país multicultural —con una riqueza enorme, pero sumido en una crisis interminable— no estaba zanjado. El 3 de noviembre de 2014, el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, una localidad al norte de Lima conocida como la “Ciudad de la amistad” por el carisma y el talante hospitalario de sus habitantes. Allí fue ordenado obispo en septiembre de 2015.

Chiclayo siempre ha estado en sus oraciones. Por eso, este jueves, en su primera bendición urbi et orbi desde San Pedro, el nuevo papa León XIV tuvo unas palabras agradecidas. “Y si me permiten también un saludo a todos aquellos, en modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”, expresó en el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro.

El papa Francisco tenía más planes para él: en 2018 Prevost asumió como segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana para el periodo 2018-2023. Hacía tres años que el prelado ya contaba con un documento nacional de identidad peruano tras obtener la nacionalidad en 2015. Luego Francisco le otorgó la responsabilidad de ser miembro de la Congregación para el Clero en 2019 y de la Congregación para los Obispos en 2020. En ese mismo año fue nombrado como administrador apostólico de la diócesis del Callao, el primer puerto del Perú.

Monseñor Carlos García Camader, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, ha recordado este jueves que “la vida de este hombre se fue forjando en las tierras misioneras”. “Como peregrino llegó a una tierra, adquirió la naturaleza y también la nacionalidad […]. Él, que nos regaló siempre su presencia, su sabiduría, su ecuanimidad y su gran preocupación. Los detalles sobran. Perteneció a una comisión de Educación en defensa del menor, escuchó a las víctimas que pudo escuchar. En una palabra, un pastor, que Dios lo fue formando y forjando en estas tierras peruanas”, ha continuado.

“En la Conferencia Episcopal, él pudo dirigir la Comisión de Educación, fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana. Fue encargado responsable también del tema de abusos sexuales y, posteriormente, el santo padre [Francisco] confió en él y lo llamó a servir de cerca en el Vaticano, como jefe de la congregación de obispos, para nombrar a los obispos de todo el mundo. Un sacerdote religioso muy cercano y con mucho conocimiento del derecho canónico, que es su especialidad”, recuerda el padre Luis Gaspar Uribe.

Como ha contado la Conferencia Episcopal Peruana, durante su misión en Perú, Prevost priorizó sus visitas a las comunidades rurales y promovió programas contra la desnutrición infantil. Sus fieles peruanos —que expresan su júbilo en las redes sociales y, además, están acercándose en masa a las iglesias para darle gracias a Dios recuerdan su compromiso con los más desvalidos y su defensa férrea por los derechos humanos.



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