La última dictadura argentina masacró a la familia del creador de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld. Entre 1976 y 1978, los militares secuestraron y desaparecieron al guionista, a sus cuatro hijas —dos de ellas embarazadas— y a sus yernos por su participación en la guerrilla Montoneros. Él tenía 48 años; las hijas, entre 19 y 25. El estreno de la serie basada en el cómic al que Oesterheld dio vida junto al dibujante Francisco Solano López se ha convertido en un trampolín para reactivar la búsqueda de los dos posibles nietos o nietas de Oesterheld nacidos en cautiverio y difundir la memoria de una familia destrozada por el terrorismo de Estado.

Héctor Germán Oesterheld con su esposa Elsa Sánchez y sus cuatro hijas en su casa de Béccar.

“¿Sabías que dos nietas o nietos del creador de El Eternauta son desaparecidos que podrían estar con vida?”, preguntó a través de las redes sociales la organización de derechos humanos H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) el mismo 30 de abril que Netflix subió la serie a su plataforma. Esos dos nietos son parte de los cerca de 500 bebés robados en dictadura y criados bajo una identidad falsa a los que las Abuelas de Plaza de Mayo buscan sin descanso desde hace casi medio siglo.

Uno de ellos sería el hijo o hija de Diana Oesterheld, la segunda de las cuatro hermanas nacidas del matrimonio entre Oesterheld y Elsa Sánchez. Diana tenía 23 años y un embarazo de seis meses cuando fue secuestrada el 7 de agosto de 2016 en la provincia norteña de Tucumán. El otro sería el de Marina Oesterheld, de 20 años, que estaba a pocas semanas de dar a luz cuando cayó en un operativo junto a su pareja, Alberto Oscar Seindlis, en la periferia sur de Buenos Aires a finales de 1977.

Animados por el éxito internacional de la serie protagonizada por Ricardo Darín, H.I.J.O.S. y Abuelas de Plaza de Mayo fueron un paso más allá y escribieron un nuevo mensaje dirigido a ambos nietos, como quien lanza una botella al océano virtual: “¿Estás mirando El Eternauta? Si es así y naciste en noviembre de 1976 [fecha de parto prevista para el hijo o hija de Diana] o entre noviembre de 1977 y enero de 1978 [posible nacimiento del hijo o hija de Marina] y tenés dudas sobre tu identidad o la de alguien que nació en esas fechas, contactate con Abuelas Difusión».

La periodista Giselle Tepper, integrante de H.I.J.O.S a cargo de la campaña, destaca que ambos casos siguen abiertos. La organización confía en hallar alguna pista que permita dar con su paradero o que ayude a alguna de las familias que continúan la búsqueda. Hasta la fecha, se ha restituido la identidad de 139 nietos y faltan más de 300 por encontrar.

“Están llegando consultas por dudas sobre la identidad”, detalla Tepper. “Desde ya que la mejor repercusión sería la aparición de uno de los jóvenes apropiados, ya sea de la familia Oesterheld o de cualquiera de todas las demás. Y el objetivo es ese: a través de una serie que está en las casas en distintos lugares del mundo hablar de identidad. Puede estar mirándola alguien a quien tal vez no habíamos llegado a hablarle. Y puede ser, para la generación de H.I.J.O.S., un hermano o hermana.”, afirma.

La recuperación de otro nieto sería un gol a festejar en un momento crítico: desde que Javier Milei asumió la Presidencia, en diciembre de 2023, el Gobierno ultra comenzó a desfinanciar las políticas públicas de memoria y a promover un discurso que niega la existencia de un plan sistemático de exterminio e iguala la violencia de las guerrillas a la ejercida por el aparato represivo del Estado. Se opone así a las más de 300 sentencias dictadas por los tribunales por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura.

Los sobrevivientes

En el caso de Oesterheld, los militares sólo dejaron con vida a su mujer, Elsa Sánchez, y a dos nietos de corta edad: Martín Mortola Oesterheld, de 4 años, y Fernando Araldi Oesterheld, de 1 año. Martín fue el último en ver al guionista de El Eternauta con vida, cuando estaba secuestrado en el centro clandestino de detención El Vesubio, en la periferia suroeste de Buenos Aires, a finales de 1977. “Cuando asesinaron a mis padres yo no estaba en la casa, a mí me llevaron a donde estaba detenido mi abuelo, en El Vesubio. Estuve una tarde con él, y esa la primera imagen que recuerdo de mi vida. A mis 4 años recuerdo estar con mi abuelo sentado en un banco de cemento mirando una pared pintada de sintético”, declaró Martín a la radio AM750.

La familia de Héctor Germán Oesterheld en una fotografía colocada en la publicidad de El Eternauta.

“De ahí me llevaron a donde vivía mi abuela, que acababa de volver de la casa de Beccar, porque había habido un atentado. Ya había muerto una primera hija y dos estaban clandestinas. Habían entrado a la casa de Beccar y puesto una bomba en el garage, que era parte de la biblioteca de mi abuelo. Después de eso, mi abuela, que era una persona muy de su barrio, no lo soportó y se volvió a vivir a la casa de sus padres, a donde se había criado cuando era chica, en [el barrio de Buenos Aires] Las Cañitas. Y ahí es donde me llevaron a mí”, finalizó.

Elsa Sánchez murió en 2015 sin poder abrazar a los nietos que buscó junto a Abuelas de Plaza de Mayo hasta el último día. Nunca supo tampoco qué pasó con el cuerpo de su marido ni con los de sus tres hijas mayores, que siguen desaparecidas. Solo recuperó el de la más pequeña, Beatriz. Los militares la asesinaron con 19 años, el 19 de junio de 1976, horas después de que haber tomado un café con ella. “Quería decirme que dejaba la militancia y se dedicaría a la Medicina, pero con una aclaración: ‘Mami, no quiero ser una doctorcita de consultorio, me voy a instalar en la selva, como el Che, o en los barrios, donde la gente necesite ayuda de verdad”, recordaba Elsa sobre ese último diálogo con su hija menor.

La mujer de Oesterheld se apoyó en sus nietos para salir adelante. En distintas entrevistas se mostró convencida de que los militares usaron a las hijas como anzuelo para atrapar a su marido, que estaba en la clandestinidad y desde allí había finalizado el guión de El Eternauta II, mucho más político que el primero, publicado por entregas en la revista Hora Cero Semanal entre 1957 y 1959. “Estaba afuera del país y seguro esperaban matar a las chicas para que él volviera. Los asesinos estaban interesados en él, les importaba más que sus hijas, porque no tiene ni pies ni cabeza la forma en que las asesinaron”, dijo Elsa Sánchez.

La recuperación de la historia funesta de los Oesterheld ha traspasado las pantallas. Varios carteles de la serie de Netflix pegados por las calles de Argentina han sido intervenidos con fotografías del guionista y de sus hijas con el lugar y fecha de su desaparición. La campaña pone en diálogo la memoria de esta familia, que representa a muchas otras, con una ficción que ensalza la defensa de lo colectivo en tiempos oscuros.





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