La presidenta Dina Boluarte lleva dos años esforzándose en ocultar un secreto que salta a la vista. Desde mediados de 2023, el rostro de la política se muestra notoriamente más lozano, con menos líneas de expresión, y con una nariz más perfilada.

En mayo de 2024, el semanario Hildebrandt en sus Trece reveló que la mandataria se había ausentado misteriosamente entre el 29 de junio y el 9 de julio de 2023 para realizarse una rinoplastia y una serie de intervenciones quirúrgicas de rejuvenecimiento facial. Boluarte que por entonces había dejado de hablar con la prensa por el escándalo de sus relojes de alta gama envió a su vocero a responder por ella. “La Constitución establece el derecho a la intimidad personal. Esto le asiste a la presidenta de la República. No me voy a pronunciar sobre actos que formen parte de la esfera privada”, dijo por esos días Fredy Hinojosa.

Pasaron siete meses para que Boluarte aceptara que había pasado por el quirófano. Lo hizo obligada por unas declaraciones del exprimer ministro Alberto Otárola que la dejaron al descubierto. Fue Otárola quien confirmó que se había operado “las fosas nasales”. Pero el mensaje a la nación no convenció a la platea. “Lo necesitaba por funcionalidad respiratoria, que no me generó ningún tipo de incapacidad o impedimento para ejercer mis funciones como presidenta”, aseguró la sucesora de Pedro Castillo.

En diciembre de 2024, la Fiscalía de la Nación inició una investigación preliminar en su contra por los presuntos delitos de omisión de actos funcionales y abandono del cargo. Boluarte debía justificar por qué no le comunicó su operación ni al presidente del Consejo de Ministros, ni tampoco al presidente del Congreso. Desde entonces desfilaron por el Ministerio Público para brindar su testimonio Patricia Muriano, la exasistenta de Dina Boluarte, y Mario Cabani Ravello, el cirujano que la operó. Pero fue recién ayer domingo que la bomba terminó de explotar: Cabani habló por primera vez con la prensa y desmintió una y otra vez a la presidenta.

“Se realizó una rinoplastia con septoplastia. Otra cirugía que se le hizo fue en los párpados inferiores, se llama blefaroplastia inferior transconjuntival. La otra fue el injerto graso en surco nasogenianos y en algunas zonas del rostro y, finalmente, se hizo colocación de hilos de sustentación absorbibles a cada lado del rostro para rejuvenecimiento”, le contó al dominical Cuarto Poder. Cabani confirmaba que Dina Boluarte se había realizado cinco intervenciones, de las cuales cuatro habían sido con fines estéticos. “Su idea era que corrigiera la parte funcional, que respire bien, pero a la vez que le haga unos pequeños retoquitos”, añadió Mario Cabani, dueño de una clínica estética que lleva su apellido.

Mario Cabani en una imagen compartida en sus redes sociales.

En enero de este año, la jefa de Estado brindó unas declaraciones a la Fiscalía, donde comparó sus operaciones con una curación de muela. Era su estrategia para sostener que las intervenciones quirúrgica no le habían significado ninguna dificultad para ejercer su investidura. Cabani ha remarcado que de ninguna manera fue una cirugía menor. “Yo le recomendé que se quedara internada para que descansara y así nadie la moleste y se recupere bien. Al día siguiente la encontré bien, con poco dolor, tenía los ojos tapados con las gasas heladas. Estaba con el ungüento oftálmico en el ojo que dificulta la visión. Mi enfermera se encargó día y noche de ponerle gasas heladas para que no se le hincharan los párpados”, ha contado el doctor.

Según Cabani, Dina Boluarte ingresó a la sala 1 de su clínica estética en la noche del 28 de junio de 2023 y se retiró en la mañana del 30. En el caso de que fuera cierto, aunque no hayan sido tantos días de convalecencia, su confesión pone en duda la veracidad de la firma de la presidenta en dos decretos supremos que, según consta en los documentos, fueron “dados en la casa de Gobierno, en Lima, a los veintinueve días del mes de junio”. No solo no se encontraba en Palacio, sino que Boluarte apenas podía moverse y miraba con dificultad. Era su primer día de convalecencia.

El cirujano de Boluarte ha dado más detalles que no dejan bien parada a la mandataria. Se fue sin pagar y se llevó consigo su historia clínica. “Se hizo una boleta de venta a nombre de su asistenta, pero nunca pagó. Tuvimos que anular el cobro. Al final solicitamos el pago a través de cartas notariales y se validó con su abogado”, contó. En cuanto al documento confidencial dice: “la primera parte de la historia clínica que se hizo en las primeras 24 horas la pidió la asistente de la presidenta, supongo que por mandato de ella, y se la llevó cuando le dieron de alta. Nunca la regresó”.

En los próximos días, el otorrinolaringólogo, Javier Sánchez Ingunza, y las enfermeras de la clínica de Rejuvenecimiento y estética Cabani serán llamados a declarar en la Fiscalía. La investigación por omisión de actos funcionales y abandono del cargo cobra fuerza. En tanto, diversos congresistas remarcan que la presidenta le ha mentido al país y debe ser vacada por incapacidad moral.



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