De la elegancia natural, inherente, de los negros de EE UU puede dar fe cualquiera que se pasee por Harlem un domingo por la mañana, o cualquier noche de fiesta. Al margen del tallaje o los colores de la ropa, a veces imposibles —magenta, lavanda, verde lima—, el desfile de elegantes por sus calles invita a pensar que hay algo intrínseco en la raza: ese dandismo negro —las hechuras, el ademán, el porte— que este año constituye el tema de la exposición del Instituto del Traje del Museo Metropolitano de Nueva York (Met) y de su gala homónima. Superfine: Tailoring Black Style (Superfino: sastrería de estilo negro), el título de esta convocatoria, gira en torno a un estilo que conjuga el lucimiento de ropa masculina creativa y bien confeccionada y la actitud de quien lo lleva.

Como viene siendo tradicional cada primer lunes de mayo, la llamada Super Bowl de la moda, la alfombra roja —en realidad azul— más planetaria, con permiso de la de los Oscar, ha puesto de relieve las aportaciones, no siempre apreciadas, de la cultura negra a la forma de vestir contemporánea. Los coanfitriones de la gala son ejemplos perfectos de ese allure, la palabra francesa que define la estela que deja alguien al pasar: el actor Colman Domingo, el piloto de Fórmula Uno Lewis Hamilton, el artista A$AP Rocky, el cantautor y rapero Pharrell Williams y, cómo no, Anna Wintour, factótum del Instituto del Traje. La estrella del baloncesto LeBron James, coanfitrión honorario, declinó su asistencia por una lesión.

Fue una gala en blanco y negro, con pinceladas metalizadas y unos pocos toques dramáticos en rojo, como los de Teyana Taylor o Edvin Thompson. Los coanfitriones Hamilton, de blanco inmaculado, incluida la boina, y Domingo, con capa azul y capelina recamada en plata bajo las que se ocultaba un gracioso sastre geométrico, fueron de los primeros en llegar, para ser epatados enseguida por la aparición, en un traje blanco virginal, de Zendaya, con sombrero de ala ancha. Diana Ross, también de blanco, llevaba bordados en el vestido los nombres de sus hijos y nietos. Fue el mismo color que eligió para su chaqueta otro de los coanfitriones de la gala, Pharrell, con 15.000 perlas y 400 horas de trabajo.

Aparte del homenaje en dorado de Gigi Hadid a Josephine Baker, la primera afroamericana que protagonizó una película, y contadas estridencias de color, Louis Vuitton, que copatrocina la gala y para la que diseña Pharrell, fue la marca más vista. Lisa, Sabrina, Doechii o Jeremy Allen White optaron por diseños de la firma, pero también se vieron creaciones de Chanel (Jennie Kim, reinterpretando la etiqueta masculina) o de Sarah Burton para Givenchy (Cynthia Erivo). Varios de los asistentes posaron con los creadores de su ropa, una tradición en esta gala: Megan Thee Stallion con Michael Kors, Lana del Rey con Alessandro Michele (ahora en Valentino) y Doja Cat con Marc Jacobs. También la española Rosalía, junto a Olivier Rousteing, de Balmain.

Hombres y mujeres jugaron con la formulación del traje sastre en todas las variantes posibles, con levita, con ballenas en la cadera o con polisón, como el arquitectónico modelo en blanco y negro de Thom Browne que lució Zoe Saldaña. También bicolor fue el palabra de honor de rayas, rematado por una curiosa corola tipo halo, de Demi Moore. Y el vestido de una de las sorpresas de la noche, la exvicepresidenta Kamala Harris (aunque se saltó el paseíllo y los focos de la alfombra), de la marca Off-White, creada por el desaparecido Virgil Abloh. “El arte siempre ha tenido un impacto significativo no sólo en la cultura, sino también en nuestras políticas y en la política”, declaró a Vogue la excandidata presidencial demócrata.

Bad Bunny, traje marrón, zapatos blancos y un gran bolso de viaje, llevaba un sombrero típico de Puerto Rico que se llama pava, customizado. Su traje, de Prada, requirió un par de meses de trabajo. Otra gran representación latina, Rosalía, deslumbró con un vestido segunda piel en blanco. “Todo inspiración de Olivier [Rousteing]. Soy su maniquí”. El diseñador, a su lado, explicó: “La inspiración es el made to measure, es decir, el hecho a medida, y el maniquí donde todo pasa. Es el principio de la creación, que es el maniquí”. El creador llevaba una máquina de coser como bolso, una travesura parecida a la Moore, con ese accesorio en forma de perrito.

Frente a una elegante Anne Hathaway, con una falda de rayas negras y grises y una camisa blanca inspirada en André Leon Talley, o Dua Lipa, en negro riguroso y un cierto estilo años veinte, destacó el rosa de algodón de azúcar del vestido de Shakira o el desvaído traje crema de Madonna, puro en ristre.

Primera exposición de creadores negros

La de este año es la primera exposición del Instituto del Traje centrada exclusivamente en diseñadores negros, y la primera en más de 20 años dedicada a la moda masculina. A diferencia de muestras anteriores, dedicadas a diseñadores famosos como Karl Lagerfeld o Charles James, esta permitirá conocer el trabajo de creadores noveles como el togolés trasplantado a Brooklyn Jacques Agbobly, cuyo taller aún no ha cumplido un lustro, y que colgará dos diseños en la muestra, que ha sido presentada en la mañana de este lunes en Nueva York y abrirá sus puertas al público este sábado.

En la presentación de la exposición, por la mañana, vestido con una favorecedora boina y un blazer magenta, Domingo aseguró que su elegancia se debe a “la inspiración de tres gentlemen cercanos: mi padrastro, mi padre biológico y mi hermano”. Son, como el actor, los nuevos dueños del estilo, quienes han sacudido un ecosistema donde reinaban los esmóquines y las pajaritas, y que dan prioridad a la elegancia, la sastrería y la actitud, rompiendo la uniformidad de los cánones e incluso de los géneros: las mujeres que abrazan el estilo, como la artista Janelle Monáe —que jugó con el rojo en la gala—, también pueden ser dandis. Porque, como recordó Domingo en la presentación a la prensa, “Dios creó a los negros y los negros crearon el estilo”.

La temática de la muestra y la gala se inspira en el libro de Monica L. Miller Slaves to Fashion: Black Dandyism and the Styling of Black Diasporic Identity (Esclavos de la moda: El dandismo negro y el estilismo de la identidad de la diáspora negra), que documenta la aparición y evolución de los dandis negros. “Es muy emocionante mostrar los diseños de diseñadores jóvenes y emergentes”, señala Miller, comisaria invitada y profesora de Estudios Africanos en Barnard College. La exposición abarca el estilo negro a lo largo de varios siglos, pero el hilo conductor es cómo los diseñadores han expresado ese ethos a lo largo de la historia, la aspiración de “por encima de todo vestir elegante y a la moda”, y, a la vez, ocupar poderosamente un espacio público del que históricamente han estado marginados.

Horas después, bajo una fina y persistente lluvia que pasó por agua a los cientos de curiosos congregados ante el museo, la curadora calificaba el desfile de “extraordinario, surrealista y fantástico”. “Jamás imaginé algo así cuando escribí el libro”, ha dicho. “Estoy encantada, curiosa e inspirada, estoy muy agradecida”, añadió, señalando que la gala gira en torno a la celebración y la reflexión.

La muestra está dividida en 12 secciones, y arranca con dos libreas usadas por antiguos esclavos, hasta llegar a las piezas contemporáneas, algunas de las cuales establecen un diálogo con la geografía y con la historia: por ejemplo, el conjunto de seda bordada con cristales y conchas de cauri, utilizadas tradicionalmente como moneda en África, de la diseñadora británica Grace Wales Bonner. No faltan variaciones sobre dos clásicos modernos, el jean y el chándal, y tampoco una sección dedicada a los disfraces bajo los que se ocultaban los esclavos fugitivos.

La sección más contemporánea juega con los roles de género, con chaquetas de corte inequívocamente masculino sobre maniquís femeninos. A través de prendas, accesorios, pinturas, fotografías y artes decorativas, desde el siglo XVIII hasta nuestros días, la muestra recorre la historia de EE UU de la esclavitud al abolicionismo, y refleja los inicios de una clase media y alta negra en el país. Un grupo de caricaturas racistas en una vitrina se contrapone a las fotografías de epítomes del dandismo como W.E.B. Du Bois o el elegante activista Frederick Douglass.

La gala de 2025 ha recaudado la cifra récord de 31 millones de dólares, según Max Hollein, director general del Met, siendo la primera vez que la recaudación de fondos para el Instituto del Traje del museo supera la barrera de los 30 millones (y muy por encima de los 26 cosechados el año pasado). En una lectura entre líneas, la apuesta del Met contrasta también con los esfuerzos de la Administración del republicano Donald Trump por eliminar las menciones a la raza, la sexualidad o el género de las escuelas, los programas artísticos y las políticas laborales; los llamados criterios o políticas DEI (siglas en inglés de diversidad, equidad e inclusión).



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