Claudia Sheinbaum ha esperado pacientemente a dar el golpe en la mesa. Sus últimos meses han estado de modo irremediable concentrados en capear el vendaval Trump, una prueba de estrés para la mandataria mexicana, exigida a negociar contarreloj para desactivar los ataques comerciales, migratorios o de seguridad por parte del poderoso vecino del norte. El saldo de esa contienda está siendo por ahora razonablemente satisfactorio. Cada vez que suena el teléfono y habla con Trump gana puntos en las encuestas ciudadanas, arropada además por la oposición, los empresarios y con halagos de la prensa internacional, que la describe como una mujer de nervio templado que está sabiendo jugar sus cartas . Pero mientras todo eso sucedía, se libraba otro frente al interior de su partido.

Las batallas intestinas, los movimientos por interés personal y las agendas propias han predominado durante los últimos meses en Morena. La presidenta de la República, que ha mantenido la proverbial distancia que le exige el cargo, ha ido deslizado pistas más o menos veladas. Pero ha preferido esperar al momento y el lugar más simbólicos para mostrar firmeza. Este domingo, durante la reunión del Consejo Nacional, ante la plana mayor del partido, incluidos gobernadores y parte del Gabinete, ha mandado un mensaje a navegantes en forma de carta. Leída íntegramente durante el acto por la presidenta del partido, Luisa María Alcalde, el corazón del escrito es un llamado a anteponer la unidad, la humildad y el servicio público a la ambición personal. Un regreso, en definitiva, a los principios originales del partido fundado por el expresidente Andrés Manuel Lopez Obrador.

Desde su llegada al poder, en la lista de desafíos de la nueva presidenta de México aparecía ya en las primeras posiciones el reto de mantener la paz en el volcán que es el morenismo. Un partido joven que ha crecido en tiempo récord hasta controlar casi todos los resortes del poder: gobierna en 24 de los 32 Estados y tiene mayoría absoluta en ambas cámaras. Al calor del éxito, Morena es también un cajón de sastre que da cobijo a muchas familias, cuyo único pegamento parecía a veces ser la figura totémica de López Obrador. Una de las grandes incógnitas de la nueva etapa era comprobar si no se desbordarían las aguas.

Conferencia de prensa posterior el Consejo Nacional de Morena el 4 de mayo de 20225.

Ha habido capítulos impensables en el sexenio pasado. Como el bloqueo de reforma contra el nepotismo, una iniciativa de la presidenta, para evitar el control familiar de los cargos. Los intereses personales al interior del grupo parlamentario oficialista, con nombres propios como Ricardo Monreal o Félix Salgado, descafeinaron la propuesta. El intento de afiliación de polémico expanista Miguel Ángel Yunes Márquez o los choques públicos entre los líderes en las dos Cámaras, Adán Augusto López en el Senado y Monreal en la Cámara de Diputados, evidenciaban el peso de las agendas propias en detrimento de la unidad del partido.

En la carta, con un tono aleccionador y solemne, hay recados para todos los protagonistas de las polémicas sin nombrarlos. Para los viajes en helicóptero de Monreal y Pedro Haces, los aviones en primera clase de Fernández Noroña, para los actos proselitistas fuera de campaña de la diputada Andrea Chavez o los tejemanejes familiares de Salgado. “La parafernalia del poder es del pasado de corrupción y privilegios, no de Morena. No caigamos nunca en la frivolidad, en el consumismo. El dinero y el poder no es el éxito, sino la democracia, las libertades y la patria”, remarca la presidenta en su carta.

El tono del mensaje y hasta la utilización de algunas palabras fetiche remiten al discurso de López Obrador durante sus kilométricas ruedas de prensa. A “los ideales y los principios”, al “escudo de la honestidad” o a “la política como un apostolado, que requiere austeridad y humildad”. A medias entre el predicador moral y el luchador social, el expresidente supo leer como nadie la rabia y la indignación de una gran mayoría de mexicanos, provocada por gobiernos anteriores desacreditados por la frivolidad, la corrupción y la ineficiencia. El exmandatario, que aparece mencionado varias veces durante la carta, también fue recordado por el presidente del Consejo Nacional. Alfonso Durazo abrió el encuentro con el mensaje que el expresidente dirigió a la militancia en el último consejo en el que participó. “No permitan que los antiguos vicios de personas de la política florezcan en nuestras filas”. Esa es la bandera que sigue enarbolando Sheinbaum, con un estilo propio y, sobre todo un tono más contenido.“No nos confiemos”, cierra su carta al interior del partido que domina el país.



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