Sentadito estás más guapo, eh, les dicen directores y entrenadores a los escaladores que aún leen historias míticas de cómo Alberto Contador era capaz de estarse de pie sobre la bici, bailando sobre los pedales, durante un cuarto de hora por lo menos en los grandes puertos del Tour. Dos décadas más tarde, la referencia es otra. Ahora todos quieren mirarse en el espejo de Tadej Pogacar, que acelera sentado y gana en muros del 20% en Flandes, Huy y la Redoute de Lieja. Y cuatro días después, el gigantesco vallisoletano del Movistar, Iván Romeo, casi dos metros de tallo, esprinta, el culo bien pegado al sillín, en los repechos del prólogo del Tour de Romandía. Callejeo, cuestas, curvas de 180 grados… Tres kilómetros y medio en cuatro minutos y medio a 45 por hora. No gana la carrera por solo tres segundos, él, que es ciclista de más largo aliento, pero supera al gran especialista Remco Evenepoel.

Todo comienza con los túneles del viento, cada vez más populares, baratos y accesibles, así como la capacidad de computación de mecánica de fluidos gracias a la nube, que hace innecesarios los carísimos superordenadores. Allí los diseñadores de bicicletas miden y vuelven a medir el coeficiente aerodinámico de los cuadros, las ruedas, los tubos, que no pueden ser planos como las alas de los aviones, que solo tienen que hacer una cosa, levantar el aparato en el aire. Colocan los cuadros en diferentes ángulos frente al ventilador porque en la realidad el viento nunca llega directamente de frente y perfilan los tubos buscando optimizarlos, que sean eficientes aerodinámicamente en casi todas las condiciones de viento. Y les cambian las ruedas, las llantas de diferentes perfiles, y hasta miden las bicis de la competencia para saber cómo hacerlas mejor que ellos. Y buscando siempre la eficiencia, cambian la geometría de los cuadros, ángulos más cerrados, menor distancia entre ejes, posición más adelantada para el corredor, que pedalea casi vertical. Se estrechan los manillares y se acortan las bielas. Menos resistencia al aire, más cadencia.

Aunque antes se decidió que no, también subiendo el aerodinamismo influye, y si se acelera a 450 vatios, influye mucho. “Está claro que ir sentado favorece mucho a nivel aerodinámico, es mucho más eficiente que ir de pie sobre los pedales, de eso no hay duda”, explica Ivan Velasco, ingeniero y director de rendimiento del equipo Movistar. “A Iván, pese a que mide 1,93m, este año le cambiamos a bielas de 165mm en la bici de crono y bajamos el año pasado a 170mm también la bici de ruta. Eso ayuda bastante a ir sentado, el círculo del pedaleo es más pequeño, los puntos muertos también son menores, y favorece una mayor carencia. El pedaleo también adelantado que se lleva ahora con respecto al pasado también favorece la cadencia y el poder hacer mejor la fuerza sentado, más vertical”. Cuando Velasco era ciclista en el Euskaltel, hace 20 años, aún se seguía la tendencia Indurain, que midiendo 1,88m usaba bielas de 180mm, tan largas.

El ciclista se adapta a los nuevos descubrimientos y diseños, y va más rápido, y en casi todas las carreras del año se baten récords históricos de velocidad media. 45 por hora es la nueva normalidad, y ascender los puertos a 23 o 24 por hora. Y los mejores lo hacen todo sentados.

Nueva geometría, nueva pedalada, nuevos entrenamientos. Como los sprinters, los escaladores y los ciclistas de amplio espectro, y los que van deprisa siempre, como Pogacar, echan cada vez más horas en el gimnasio trabajando la musculatura, los glúteos, los músculos dorsales, los cuádriceps, los grandes grupos. El esloveno postea de vez en cuando fotos subiendo pesas en el gimnasio, o ascendiendo escaleras a toda velocidad cargado con una mochila de bastantes kilos. Piernas y glúteos de hierro. Pedalada acelerada.

“El trabajo de fuerza es necesario”, concluye el director del Movistar. “Nosotros tenemos nuestro propio protocolo de gimnasio que intentamos mantener todo el año”. Uno de los entrenadores del equipo, David Barranco, de la Universidad Europea, escucha a los ciclistas que se aburren en el gimnasio, investiga, propone y publica su resultado en una revista científica. “Ciclistas masculinos bien entrenados fueron asignados aleatoriamente a incorporar dos sesiones semanales de entrenamiento muscular en el gimnasio (sentadillas completas) o en la bicicleta (esfuerzos completos realizados contra resistencias muy altas y, por lo tanto, a cadencias muy bajas) durante 10 semanas. Un tercer grupo de control no recibió ningún estímulo de entrenamiento de resistencia, pero todos los grupos completaron un régimen de entrenamiento de ciclismo del mismo volumen e intensidad”, relata el estudio del Medicine and Science in Sports and Exercice, y los viejos aficionados reviven una imagen que se les quedó grabada hace 30 años, la del ciclista ruso Pavel Tonkov ascendiendo Navacerrada a menos de 10 por hora, pura fuerza, bien sentado, cadencia mínima, arrastrando en su bicicleta un pesado remolque. “Tanto el grupo de gimnasio como el que hizo musculación sobre la bicicleta aumentaron los parámetros de fuerza específicos de sentadilla y pedaleo después de la intervención en comparación con el grupo de control”.

Concluye el estudio que la nueva propuesta de entrenamiento de fuerza sobre la bici es una alternativa eficaz al entrenamiento convencional para mejorar la fuerza muscular general y específica del pedaleo, la potencia y la masa muscular. Y coloca así la última pieza en el puzzle que hace que sea inevitable finalmente subir sentado.



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