El pasado abril, en el festival de Coachella, el australiano Troye Sivan apareció como estrella invitada en el concierto de su amiga Charli xcx. Fue un día antes de que se hiciera público el dictamen del Tribunal Supremo de Reino Unido por el que su ley define a la mujer estrictamente por el sexo biológico: un varapalo para la comunidad trans, pero gasolina para que se reviralizara la camiseta que Sivan llevaba en el concierto y que, con la frase PROTECT THE DOLLS —protege a las muñecas, argot para las mujeres trans—, lanzaba un mensaje de apoyo. Sivan no solo ha estado en las noticias últimamente por su compromiso con el colectivo LGTBIQ. Poco antes del festival, desveló otra aparición estelar, junto a Dua Lipa, en la nueva versión de su éxito Physical.
Pero ¿quién es Troye Sivan? Nacido en Johanesburgo hace 29 años y criado en Perth, su pinta angelical casi no se corresponde con los 22,8 millones de oyentes que acumula en Spotify. Intérprete, compositor y ex youtuber, lleva publicando música desde que era adolescente. Su carrera está fundamentada en una música y un compromiso difíciles de manufacturar. Pero con su quinto disco, llamado Something to Give Each Other, Sivan tocó una cuerda generacional. Rush, su primer sencillo —un eufórico tema sobre salir, bailar y el sexo cuyo vídeo subrayaba el asunto con atléticas coreografías ambientadas en lo que parecía ser un after berlinés—, se convirtió en la expresión sonora de la liberación pospandémica. Y Sweat, la apoteósica gira conjunta con la que Sivan y Charli xcx han recorrido el mundo durante el último año, ha prolongado esa sensación hasta ahora mismo. Ayuda que Brat, el disco verde fosforescente plagado de hits que la cantante británica publicó el año pasado —¿tengo que recordarles el brat summer?—, se haya convertido en una de las bombas musicales de la década. Charli y Troye, así, sin apellidos, forman el dúo más importante que ha dado el pop en mucho tiempo.

Pero rebobinemos a una soleada mañana de febrero en Los Ángeles. Son las 8 y Troye Sivan enciende la cámara en su salón, vestido de azul y con un poco de cara de sueño.
Permita que le lea algo: “22.000 millones de reproducciones es un hito que solo algunos artistas consiguen. Súmalo a colaboraciones con firmas de moda, desfiles, papeles protagonistas en producciones de Hollywood, un tema sobre su casa en Architectural Digest que se hizo viral y una legión de más de 20 millones de seguidores en redes sociales. Ese es Troye Sivan”. Es su descripción de Spotify. Lo que más me llega son las 22.000 millones de reproducciones porque, uf… ¡Imagínate! Aunque intento no pensarlo mucho. Casi todo lo que has dicho está un poco fuera de mi control. Me motiva, pero también me asusta. Y refuerza mi postura de seguir haciendo exactamente lo que estoy haciendo y como lo estoy haciendo. Porque, desde siempre, intento trabajar en cosas que me parezcan interesantes. Divertidas. Excitantes. Pero para mí, antes que intentar leer la mente de nadie.
El pop puede cambiar las cosas. Es capaz de unir a la gente. Sé que suena cursi, pero lo pienso tal cual»
Hace casi dos años de Something to Give Each Other. ¡Ya! Es increíble. Mi vida ha cambiado completamente. Hice el álbum de una forma muy espontánea y lo disfruté mucho, porque me sentí muy libre y trabajé con gente que quiero, de modo que haber recibido tanto cariño, y que la gira haya sido tan bien recibida, ha sido una gran recompensa. Llevo muchos años haciendo música. Aprecio muchísimo estar viviendo este momento. Estoy muy agradecido.
¿Cree que es un disco generacional? No lo sé. No creo que yo pueda comprender lo que significa para los demás. Aunque sí percibí un cambio durante la gira. En el Primavera Sound, o en Nueva York… sentí que había crecido, que se había convertido en algo más grande que yo.
Como oyente, y como hombre gay, encuentro bastante liberadora su forma tan natural de hablar y de cantar sobre su vida, que sea tan abierto y sincero. ¿Alguna vez le costó? Lo fundamental, lo que hace que todo funcione, es tener una buena red de apoyo. Mi familia y mis amigos siempre estuvieron a mi lado, lo cual significaba que no tenía nada que perder. He podido dudar si grababa un vídeo más o menos arriesgado, pero nunca tuve miedo porque siempre sentí esa seguridad, ese enorme privilegio que, en realidad, es la columna vertebral de mi aplomo a la hora de mostrarme sincero.
Algo tan sencillo como eso, que lo único que necesita cualquiera es sentirse protegido y feliz para poder hacer lo que le apetezca, por alguna razón, vuelve a provocar intolerancia. ¿Qué cree que ha fallado? Somos la primera generación de humanos con redes sociales. Creo que fuimos muy inocentes y muy optimistas cuando llegaron estas plataformas y durante los primeros 10 o 15 años, pero creo que ahora tendrías que buscar fatal para no dar con alguien en tu entorno a quien no le afecten personalmente las consecuencias negativas de la adicción a las redes sociales. De las divisiones que está provocando, de la radicalización y de las cámaras de resonancia. Estamos descubriendo las consecuencias a largo plazo de todo esto y no tiene muy buena pinta.
El silenciado que se hizo del colectivo LGBTIQ hasta hace muy poco ha dejado un hueco enorme en la cultura pop»
¿Qué siente actuando en una gira tan llena de sexo y hedonismo como Sweat en los Estados Unidos de Trump? En realidad solo quedan dos conciertos. Actuamos en el Primavera en junio, justo el día de mi 30 cumpleaños, y encabezo el World Pride de Washington. Ambos shows son una respuesta a lo que estamos viviendo políticamente. Y que la gente venga a verlos, también. Creo que celebrar y salir de fiesta en nombre de la comunidad queer, de la comunidad trans y de nuestros lugares seguros, son actos de rebelión.

¿Piensa que el pop puede ser algo más que un bálsamo? ¿Cree que puede cambiar las cosas? Algo que pensé con frecuencia cuando estaba trabajando en este disco es en la idea de pop global. Algunos de mis recuerdos más tempranos son frente a la tele, viendo vídeos de giras de las Spice Girls, Michael Jackson o Madonna en VHS. Ya sabes, aquellos conciertos enormes que daba igual la ciudad donde estuvieran porque el público se sabía las canciones aunque no entendiera el idioma. Creo que la música tiene mucho poder, es capaz de unir a la gente. Sé que suena cursi, pero lo pienso tal cual. La música pop es poderosa porque opera a escala gigante. De modo que sí, sí creo que puede cambiar las cosas.
Ha bromeado con que ya cuando era pequeño cantaba para sus padres cosas tipo Barbie Girl, de Aqua, o canciones de los Backstreet Boys. Y que sabía si la actuación había estado bien porque su madre lloraba. ¿Recuerda algún momento especialmente liberador? Bueno, en la época en que salí del armario, recuerdo que, cuando les dije a mis padres que pensaba ir al Orgullo por primera vez, me dijeron: ‘Vamos contigo’. Fue un gran alivio, algo que ni siquiera sabía que necesitaba. Entonces no tenía amigos gais ni nada parecido y pensaba ir con una amiga, así que me sentía apoyado, pero también, a la vez, bastante solo. Fue muy bonito. Ahora mis padres van al Orgullo sin mí.
Hablando de lo cual, ¿qué le pareció Abracadabra [la canción con la que Lady Gaga volvió al pop]? ¡Dios, no me la quito de la cabeza! Le mandé un mensaje privado a Gaga por Instagram aunque supongo que no lo leerá jamás, se quedará entre los millones que le llegan… pero es que tenía que decirle algo. Me encanta. Nadie más puede hacer lo que ella: imagínate a cualquier otro intentando grabar un vídeo así, sería muy falso. Pero en ella es auténtico y funciona.
Desde luego, Gaga es un espacio seguro. Totalmente. Tiene gracia porque, volviendo a tu pregunta sobre momentos liberadores, recuerdo que cuando era pequeño vi un vídeo de Gaga hablando en una manifestación o en un Orgullo o algo por el estilo, y pensé: “Jo, de verdad sabe de lo que habla. Se implica, se arriesga por nosotros”.

Sivan interpretaba con solvencia el personaje de Xander en la polémica producción de HBO The Idol, protagonizada por Lily-Rose Depp y The Weeknd. La serie, lanzada a bombo y platillo, fue abruptamente cancelada entre críticas furiosas por un tormentoso guion lleno de jugueteos sadomasoquistas: en el cuarto episodio Tedros, el personaje de The Weeknd, llega a torturar a Xander con descargas eléctricas. Para el australiano, “ese papel es el mejor trabajo que he hecho nunca como actor. En el rodaje hice amigos de por vida. Me bastaba con llegar cada día al rodaje y ver a Lily”. Hay algo muy troyesivánico en su forma de rozar la polémica sin buscarla activamente porque, en realidad, no es más que trabajo. El estilista barcelonés Marc Forné, autor de los looks de Sivan en sus conciertos y actos públicos (precisamente desde la presentación de The Idol en Cannes), lo corrobora: “Troye no es nada ansioso en cuanto a la fama o los logros. Es muy trabajador, pero tiene la capacidad de conservar el equilibrio. Le gusta tener colaboradores de confianza. No se excede, ha aprendido que es una carrera de fondo. Lleva en la industria desde pequeño y sabe que hay cosas de las que hay que mantenerse a salvo”.
Creo que nunca quiero ser el centro de atención. Ni si quiera trabajando»
Lo cual no significa que el cantante no dé que hablar por su indumentaria: las palabras calzoncillo y corsé forman parte del lenguaje de la gira Sweat, y en la alfombra roja cultiva una declinación bastante sugerente de la elegancia. “A Troye le gusta la moda y tiene buen gusto, pero no le da tanta importancia. No es su prioridad. Yo le empujo un poco, porque a él no le gusta ni generar titulares ni sobreexponerse, así que hay que evitar lo gratuito y concentrarse en lo que vale la pena”, interviene Forné. “En la gira, si te fijas, todo le queda natural. Lleva el corsé como una camiseta. Cuando desarrollamos el vestuario, tenía que parecer su ropa, entre comillas. Que no fueran trajes de Broadway”.
Ha estado regalándonos buenos looks últimamente. Sí, puede ser, pero en mi vida diaria, y esto te lo puede confirmar Marc, visto de manera bastante práctica. Nunca intento ser el centro de atención porque ya lo soy bastante en el trabajo. De modo que, siempre que tengo que pensar en qué me pongo para una aparición pública del tipo que sea, se convierte en algo creativo, igual que componer una canción o grabar un vídeo.
Colabora con Prada, firma que viste en este reportaje. ¿Cómo surgió la relación? Era uno de mis sueños desde hace tiempo. Prada es… como la estrella polar de lo cool. Adoro su ropa. Miuccia Prada [la fundadora] es un icono y Raf [Simons, codirector creativo de la marca], un genio. Todo empezó cuando desfilé para Miu Miu en 2023. Creo que me puse más nervioso que en ninguno de mis conciertos.
Entonces, su relación con la moda es… Se pueden decir muchas cosas con la ropa. Me acuerdo de que cuando era más joven solo quería hacerme más pequeño, ocupar menos. Hay una tensión ahí, porque todo me daba miedo y, claro, admiraba a la gente que vestía como le daba la gana. Incluso ahora, cuando vuelvo a Australia, es como que vuelvo a ser un adolescente que no quiere llamar mucho la atención. Pero aquí, en Los Ángeles, puedo soltarme un poco más.

¿Cree que forma parte de la esencia de un cantante la tensión entre querer desaparecer y ser el centro de atención? Creo que nunca quiero ser el centro. Ni trabajando.
Igual no sonó bien la pregunta. No, te entiendo, porque supongo que es lo que parece desde fuera. Voy a decir esto con la mayor sinceridad: lo que me gusta es ser parte de un conjunto creativo. Es, de verdad, mi cosa favorita. Me encanta estar en el escenario, o en el plató, por toda la gente que hay, cada uno haciendo su cometido para que todo salga bien. Por supuesto que me gusta colocar mi nombre al final, pero para mí lo que manda es el proceso, la colaboración. Creo que por eso he disfrutado tanto la gira con Charli, porque era algo compartido, además, con seis bailarines increíbles. Fue algo en común. Eso es lo que me realiza y lo que va con mi carácter.
Me hace mucha gracia la apropiación de la cultura LGTBIQ. Prefiero que me llame ‘twink’ alguien del colectivo»
La primera canción que grabó con Charli xcx fue 1999, allá por 2019. ¿Ha cambiado? Precisamente lo que más me gusta de ella es que no ha cambiado nada. Son los demás quienes se han enterado de lo brillante y auténtica que es, y posiblemente sea eso lo que ha hecho que la gente se haya vuelto tan loca. Sus primeros discos siguen sonando increíble. Es reconfortante ver que alguien con tanto talento por fin recibe el reconocimiento que merece, francamente.

Este año cumple 30. ¿Cómo se toma la idea de envejecer? Esa es una de las razones por las que agradezco tanto mi capacidad creativa. Me ha ayudado a superar ciertas situaciones y me ha acompañado en muchos momentos vitales. Igual a los 40 sigo haciendo el mismo tipo de discos pop que hago ahora. O lo mismo estoy haciendo una película, o trabajando en mi firma de estilo de vida. No tengo ni idea. Me gustaría diseñar una casa desde cero. Hay muchas cosas que quiero hacer.
¿Siente presión por mantenerse joven? No, pero sí la he sentido. Mi situación es extraña, porque soy consciente de que aparento ser muy joven y es algo que en algún momento cambiará. Pero me lo tomo día a día. Hay algo bastante sexy y bastante cool en envejecer, acumulas confianza en ti mismo… aunque al mismo tiempo, sí, supongo que a veces siento la presión.

En el momento álgido de la promoción de Something to Give Each Other, Timothée Chalamet hizo una parodia de Troye Sivan haciendo de “tío gay” en el programa televisivo estadounidense Saturday Night Live. Sivan lo vio —“ME PARTO”, posteó en sus redes sociales— y terminó sustituyendo su foto de perfil por una de Chalamet haciendo de él. El asunto fue la prueba definitiva de que el australiano ya era una estrella, pero también de la popularización de una palabra, twink, que hasta entonces era jerga del colectivo LGBTIQ para referirse a los hombres delgados y de aspecto aniñado —tipo físico en el que encajan o han encajado tanto Sivan como Chalamet—, y que de repente se empezó a utilizar como insulto homófobo.
Se ha quejado del uso de la palabra twink. Desde siempre, en el mundo gay ha habido códigos, expresiones propias, que pueden ser útiles o divertidas para hablar entre nosotros. En ese contexto, no tengo problema con la palabra twink. Pero me hace mucha gracia la apropiación de elementos de la cultura queer. Sencillamente, si puedo elegir, prefiero oír esa palabra en boca de alguien del colectivo.
Es el inconveniente de que una broma privada pase al dominio público. Las cosas fuera de contexto y dichas por la persona equivocada tienen un sentido absolutamente distinto. Exacto.
¿Cómo diría que ha evolucionado su música? ¿Cómo describiría su sonido? Creo que las bases siempre han estado ahí. Escribo de forma autobiográfica, con la mayor honestidad posible. Pongo mucho, mucho empeño en que la música sea una manera de canalizar lo que brota de mi cabeza, eso nunca ha cambiado. Y luego, además, creo que hay cierta calidez. Quiero dar forma a sentimientos, más que a canciones. Por ejemplo, antes de componer Rush [en español, y en este contexto, subidón], me di cuenta de que faltaba algo en el disco, un momento de baile eufórico. Me encanta cuando creo que he logrado destilar un sentimiento, más que un género musical o una canción. Siempre estoy pensando en la forma más pura y directa de hacerle sentir algo al otro.
Aborda algo casi inédito en One of your Girls [Una de tus chicas, tema del último disco donde Sivan habla de la inseguridad y la ambivalencia que siente cuando se encuentra con un hetero curioso. El estribillo dice: “Llámame cuando te sientas solo / seré como una de tus chicas”]. Nunca había oído una canción que reflejara esta situación, aunque pueda ser común para muchos. Eso, en parte, es por el silenciado que ha habido del colectivo LGBTIQ hasta hace muy poco, que ha dejado un hueco enorme, al menos en la cultura pop. Porque es bastante nuevo que yo me pueda permitir el lujo de ser sincero en una canción comercial, que tenga la capacidad de lanzar mi mensaje a tanta gente. Y, por otro lado, creo que también tiene que ver con que, como compositor, no suelo tener prisa por sacar música. Espero hasta que tengo algo potente que decir.
El vídeo [en el que Sivan interpreta a un fascinante alter ego femenino] también es valiente. Es sincero. Es el vídeo que, para mí, mejor captura lo que hay en la canción: lo que sientes con las imágenes es lo que suena y es lo que dice la letra.
Su último disco era el retrato de la soltería recobrada tras una ruptura. ¿En qué punto le encuentra el próximo? No quiero decir nada porque estoy muy al principio del camino, así que prefiero no poner etiquetas o estrujarme la cabeza para definir en qué estoy trabajando. De momento estoy explorando. Ya veremos.
Créditos
Estilismo: Marc Forné
Ayudante de estilismo: Ava Duncan
Ayudante fotografía: Scott Turner
Iluminación: Bailey Beckstead
Escenografía: Dylan Lynch
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