Era la mañana del 14 de mayo del 2023 en un restaurante de la plaza Averanda, en Cuernavaca, Morelos, cuando vi entrar a Iván Morales Corrales, agente de la Policía Federal que sobrevivió a un ataque del Cartel Jalisco Nueva Generación en 2015 durante un operativo para detener a Nemesio Oseguera, El Mencho.

Fue nuestro primer encuentro después de seis meses de búsqueda hasta ubicarlo y otros tres para convencerlo de que nos reuniéramos. Desde el ataque se había mantenido oculto y su única aparición había sido en 2018 cuando el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, le entregó un reconocimiento.

Llegó con un cubrebocas que le tapaba medio rostro, una gorra, camisa blanca y pantalón de mezclilla. Iba acompañado por su esposa y sus dos hijos: una niña pequeña y un niño que nació meses después del ataque y que fue, según sus palabras, el motivo para aferrarse a la vida después de que los narcos derribaron el helicóptero militar en el que viajaba.

“Ella es María Eugenia, mi esposa, nada voy a hacer si ella no está de acuerdo”, me dijo.

Pedimos una mesa cerca del área de juegos para que sus hijos pudieran entretenerse, ordenamos huevos divorciados, hotcakes y dos menús infantiles. Entre las risas e interrupciones de sus niños comenzamos a platicar sobre una posible entrevista, yo quería que me detallara todo lo que vivió no solo el día del operativo sino antes y sobre todo después de haber sobrevivido a un ataque de esa magnitud.

Mónica Romero camina con Iván Morales durante su entrevista en el 2023.

“¿Por qué te habría de dar una entrevista, por qué hablar de todo y poner en riesgo mi vida y la de mi familia?”, me cuestionó frente a su pareja.

Porque es importante visibilizar las secuelas que dejan los narcotraficantes no solo en la ciudadanía, sino en ustedes los policías y los militares que se arriesgan al proteger al país, le respondí.

Estuvimos dos horas, platicamos de la familia, del cuidado de los hijos. María Eugenia me dijo que era contadora, que todos los días viajaba desde Morelos hacia la Ciudad de México para trabajar y que Iván era quien cuidaba a sus pequeños. Hicimos buena química.

El 17 de mayo me pidió mi curriculum y links con varios de mis trabajos periodísticos, horas más tarde me marcó para decirme que sí aceptaba la entrevista. A partir de ese momento hablamos todos los días, afinamos detalles para que saliera en cámara sin mostrar su rostro por completo.

El equipo de Univision y yo nos trasladamos a Morelos, lo hospedamos a él y a su familia en un hotel de la capital y rentamos una casa para hacer la entrevista sin riesgo de que algún extraño lo identificara. Ante la gente, ante sus vecinos y conocidos en esa nueva etapa de su vida, Iván era solo alguien que sufrió quemaduras durante un incendio doméstico.

El día 19 nos fuimos de compras a un centro comercial de Cuernavaca, la idea era que durante la entrevista no usara ninguna de sus prendas personales para evitar que alguien lo identificara.

El día 20 lo entrevisté y pude conocer y comprender un poco más lo que sucedió ese 1 de mayo del 2015 cuando militares y policías a bordo de cuatro helicópteros intentaron detener al líder del Cartel Jalisco Nueva Generación en un operativo fallido que evidenció el poderío y el arsenal con el que cuentan los narcotraficantes en México.

Ese día Iván no solo narró lo que vivió, sino que se desahogó. Las expresiones de su rostro y su voz se fueron transformando conforme avanzaba la entrevista, fue un tanto a oscuras, apenas una luz tenue que permitiera ver la expresión de su mirada.

“Si hubiera tenido la oportunidad, si no estuviera tan mal, hubiera seguido (en la Policía) porque era mi vocación, lo que me gustaba y sabía los riesgos y sí, lo volvería a hacer. Volvería a estar ahí donde estuve”, dijo.

¿Tienes miedo ahora de que el cartel te pueda hacer algo?

“Pues no tanto miedo, pero sí tengo que estar cuidándome y cuidar a mi familia… Seguimos viendo un crecimiento de estos carteles que no se han frenado y no es miedo, es precaución y llevársela tranquilo porque no sabes en qué momento pueda pasar alguna cosa”, afirmó.

La entrevista duró casi dos horas, terminó agotado. Quería volver al hotel para estar con su familia.

Desde entonces mantuvimos contacto e intercambiamos información, estaba preocupado. Ya no quería estar en México, nos pidió que como medio lo ayudaremos a contactar con alguna autoridad en Estados Unidos. Intentó solicitar una visa humanitaria, pero me contó que le dijeron que no cumplía con los requisitos.

Después dijo que iba a intentar solicitar refugio y demostrar que era perseguido en México.

“Me dicen que tengo que estar en riesgo y aparentemente no soy perseguido”, comentó.

La última vez que estuvimos en contacto fue el pasado nueve de abril. No supe nada hasta la noche del 30 de abril, que mi compañero camarógrafo que grabó la entrevista me marcó para avisarme de que lo habían asesinado junto con su esposa.

El asesinato de Iván Morales Corrales y de su esposa María Eugenia Solís Malagón merecen una reflexión.



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